CUENTOS Y NARRACIONES con inflexible severidad. No debia, pues, forjarme ilusiones acerca de mi situaci6n, ni era prudent desperdiciar el tiempo. Antes de amanecer debia encontrarme fuera de la ciudad y en parte donde pudiera sustraerme a las pesquisas que se hicieran en mi busca. TomB, pues; la firme resoluci6n de defender mi vida, y emprendi la march, favorecido por las tinieblas de la noche. Cuando pas6 por junto al ventorrillo, aca- baban de salir las gentes del baile y se iban diseminando en direcci6n a varias callejas del antiguo Ballajd. Alli, en un grupo de bulliciosas compa- fleras, y talvez refiri6ndoles las aventuras del soldado requebrador y sangrigordo, iba ella, la linda cuarterona de ojos de fuego, la que despu6s del malhadado boliche habia sido la causa involuntaria de mi perdici6n! Aquella misma noche llegu6 rendido de fa- tiga a la playa de Palo seco, en un pequeflo bote que encontr6 atado en el lugar que hoy ocupa la Carbonera. DespuBs.... seria muy largo de contar, vine a este barrio y pedi posada 6 un pobre campesino, que me cedi6 el mejor lugar de la choza y el mejor plato de su mesa; tom6 part en sus trabajos y me habitu6 a sus costum- bres; adquiri luego algunas tierras, hice un bohfo, fund una familiar y h4me aquf con- vertido en un "jibaro", en unaplatanado an- daluz.