CUENTOS Y NARRACIONES 109 Pocas veces he sido tan active para po- neren practice un pensamiento, como lo fui entonces, aguijoneado por el deseo tentador. Algunos segundos despu&s de haber for- mado el clculode la distancia consabida, ya me habia descolgado por la orilla del muro y caminaba cautelosamente en direcci6n al arrabal inmediato. -iCentinela alerta!-volvieron a gritar en este instant desde lo alto del castillo. -;A buena hora mangas verdes! -dije para mi, apresurando el paso y oprimiendo el boliche entire los dientes, con una ansiedad digna por cierto de mejor cigarro. Llegu6 por fin al anhelado lugar. Era un ventorrillo de pobre apariencia, en el cual record haber estado alguna vez. Pedi una copa de aguardiente, y me abalance sin cum- plidos hacia el grosero mech6n que ardia en el centro de la estancia. iQue sabrosas me parecieron las primeras fumadas de aquel cigarro fementido! Tal era mi aturdimiento al entrar, que ni siquiera repar4 en la concurrencia de gen- te que invadia los departamentos contiguos 4 interiores de la tienda. El amo de ella ce- lebraba el bautizo de una nifia. .Un repique de vihuela y giiro me anun- ci6 en aquel instant el principio de uno de esosdeliciososjaleos del pais, llamados meren- gue.s,-sin duda por la dulce analogia.: Mire instintivamente hacia el lado de la