CUENTOS Y NARRACIONES portable el servicio. i Y todavia faltaban siete cuartos de hora ! El centinela del ej6rcito espafol no debe sentarse ni fumar, y esto iltimo sobre todo era un gran martirio para mf. Yo tenia dos cigarros de boliche, que habia comprado poco antes en la cantina para fumarlos despu&s que me relevaran, y A cada paso que daba se movian en el holgado bolsillo de mi blusa, mostrdndose ante mis ojos las dos agudas perillas como aguijones constantes del deseo. Nunca le habia sentido mds vivo y tenaz; no recuerdo haber luchado nunca con una tenta- ci6n mis apremiante. La hora, el mal tiempo, la prohibici6n misma.... todo me incitaba 4 fumar con una avidez irresistible. i Jamds breva cubana de las mas exquisitas y tenta- doras, habia sido apetecida con mds dnsia que aquellas memorables tagarninas! No s6 cudntas veces se dirigi6 mi mano hacia el bolsillo, como llevada por un extra- fno resort, y la volvi 6 retirar luego, recor- dando la rigurosa prohibici6n de la Orde- nanza. Por fin cedi A la tentaci6n, en auxilio de la cual vino un aguacero que me oblig6 4 re- fugiarme en la garita. Una vez en ella, y seguro de que nadie me podia ver, deje el fusil 4 un lado, requeri el yesquero, llev6 A la bo- ca uno de los cigarrosy golpe6 con violen- cia el pedernal. Una oleada importuna vino 4 chocar en