CUENTOS Y NABRACIONES 103 centinela perteneciente a la guardia del castillo tenfa a su cargo esta vigilancia, y cada dos horas bajaban .a relevarle por una galerfa subterranea que desembocada al pie del muro. No declara la tradici6n por cuinto tiem- po fu6 desempeflado sin tropiezo ni accident alguno desagradable este servicio military: s61o dice que una noche, al bajar el cabo de guardia con el soldado que habia de relevar al centinela, notaron que 6ste no se encon- traba en su puesto. La garita estaba desier- ta, asf como el pasadizo aislado y estrecho que hacia ella conducfa. Llamaron, dieron gritos, esperaron du- rante algin tiempo, y por ltimo subieron en busca de algunas linternas y mas hom- bres, que registraron despu6s iniltilmente todos los parajes de por alli. El centinela habia desaparecido. Gran sensaci6n produjo esta noticia en toda la ciudad, y hasta entire la misma tropa se lleg6 n mirar con recelo la garita men- cionada. Transcurrido algin tiempo, y cuando ya se iba olvidando aquella lastimosa y sibita desaparici6n, otra nueva y en id6nticas cir- cunstancias vino a ocasionar nuevos temores y a servir de asunto, a infinidad de comenta- rios. Esta vez se habia encontrado el fusil, nada mis que el fusil, dentro de la garita.