CUENTSo Y NAMRACIOWEs que tambi6n adquirfa su semblante mayor animaci6n y mejor color. Un guas6n de esos que tanto abundan aquf, y que exageran graciosamente sus di- chos, aseguraba que al afio de haber empe- zado Murcia sus funciones curativas por esos campos, se podfan distinguir los sitios por donde habia pasado el astuto curandero, con s61o mirar los semblantes de la gente; y afiadfa que era ficil ir formando un Mapa Murcia, en el que se indicaran con tinta encarnada los lugares recorridos por nuestro heroe con su maravilloso especffico. Lfltimamente ya no se tomaba el trabajo de peregrinar en busca de sus enfermos: llos acudian por centenares a casa del famoso dotol, y cuando no podian asistir personal- mente. al consultorio, le enviaban sus aguas en un pequeflo frasco. Esto parece que bas- taba para que Murcia se diese por enterado de lo que cada enfermo padecia, y le recetase las pfldoras correspondientes. No se sabe de cierto si Murcia lleg6 , enriquecerse, 6 si fu4 perdiendo sus ganan- cias al juego del monte, al que tuvo siempre gran afici6n. S61o hay noticia de que vivi6 mu- chos afios, y que solia practicar por si mismo el regimen alimenticio que aconsejaba a sus clients. 'Cuando muri6 fu6 muy llorado en- tre los campesinos del pafs, y se consider