CUENTOS Y NARRACIONES 97. conquista, y quizdis entire los mismos po- bladores aborigenes de esta tierra, una se- ria dificultad. El clima, aunque debilitante, suele ser aqui de tal manera bonach6n para con nues- tros campesinos, que no los molesta ni los apremia de firme con apetitos imperiosos. Por cada arruga de la cordillera 6 de sus estribaciones, baja cantando la Boriiquen un arroyuelo de agua potable, y en frutas que cuelgan y caen durante todo el afio hay cantidad suficiente de azdcar 6 de fecula para entretenerles el apetito, y pulpa bas- tante para dar algin trabajo a sus est6magos, por via de distracci6n. Si luego esta vis- cera exigente da indicios de querer algo. s6- lido, se echamano al mocho, se escarba la tie- rra al mismo pie del hogar, y no tardard en salir una batata 6 otro tub6rculo alimenticio. Los alrededores de nuestras casas risticas suelen ser pr6digamente tuberculosis. Cuando por alg6n fen6meno ativico se siente el jibaro un poco sibarita y el paladar le pide regalo, aflade a la batata alguin aren- que 6 un trozo de bacalao si i mano viene (que no vendrd con frecuencia), y si logra ro- ciar estos manjares con algin trago de caf4 puya y echar encima una mascadura de ta- baco, se rie 61 del festin de Baltasar, de los banquetes de Sardandpalo y de .los refina- mientos gastron6micos de Brillant Savarin. Con este regimen inveterado de alimen-