Lth S PILDOORAS DE IVJtICIA. Hacia el segundo tercio del siglo XIX vivia en Puerto Rico un hombre llamado Murcia, no s4 si de apellido, 6 porque era natural de la provincia espanola del mismo nombre. Habia servido en el ej4rcito en calidad de sanitario 6 enfermero de un Hos- tal Militar, y estaba, por consiguiente, fami- liarizado con el tratamiento de ciertas enfer- medades. Era perspicaz y active, tenia fama de SsimpAtico y decidor, y pasaba por hombre muy versado en la ciencia medica, gracias a la habilidad que desplegaba en la asisten- cia de un enfermo, y a la gran colecci6n de palabras t6cnicas que empleaba cuando ha- blaba de enfermedades. E1 mismo solfa fo- mentar esa fama, contando que habia sido estudiante de Medicina por espacio de cinco afios, y que no habia logrado terminar su carrera, por haberse enamorado locamente de uria inuchacha de su tierra, por la cual