CUNNTOS Y XA1RRAWjOjES go rato con la boca aguzada, pita que pita, desde la acera de enfrente, haciendo un tris- te papel, y expuesto a la burla de los demds novios, 6 a que saliese algin perro a morder- le, como ya se habia dado el easo. iEsto no estaba en el orden, no, sefor....! iPero era tan linda!" IV Tambidn ella tenia, por su parte, algu- nas quejas de Enrique. "Era bueno y com- placiente, y le paseaba la calle, y la obse- quiaba y la queria, eso si; pero tambi4n le gustaban otras nifias y las saludaba muy zala- mero, y eso no estaba bien. Ella misma le habia visto una noche en la retreta sonrien- dose con una nina mas grande que 41, y que tambidn tenia novio. El muy taimado se desvanecia. IVaya que si! Luego esa costumbre de silbar cada vez que pasa por debajo del balc6n result muy cursi, muy fea y hasta impropia de personas decentes. La mama lo habia dicho un dia en la sala, sin referirse a nadie, y era la verdad. C6mo no silbaba asi el novio de Julia? Las nifas tampoco deben estar a cada moment en el balc6n lo mismo que las cotorras. Esto lo habia oido ella decir a su mama y a otras personas de experiencia. Ademds, no siem- pre se tenia el traje y el tocado en disposi-