CUENTOS Y NARRACIONES dos pies de una cama, un gran canasto de ropa y uno de los angulos del tocador. Alli, medio oculta entire los pliegues y guarniciones del mosquitero, con una gran mufieca en la falda y muchas tiras de diversas telas diseminadas por el rededor, parecfa como abstraida en la meditaci6n de algunas de esas cuestiones de indumentaria menuda qud suelen preocupar a las nifias cuando tratan de hacer algdn ves- tido A una mufieca, ajustado al iltimo figurin. Pero no pensaba entonces en estas cosas, 6 por lo menos no tenia concentrado en ellas todo su pensamiento, ya que en esta primera edad se suelen confundir deliciosamente los afectos y los gustos, el carito que inspiran las personas con el que inspiran los juguetes. Lo que en aqu4l instant llamaba la aten- ci6n de la nifa casi tanto como las mufiecas y sus vestidos, era una carta, en la cual iba leyendo poco a poco y con cierta dificultad. Decia asi: "Mi querida Luisa: por el hijo de En- gracia la cocinera supe que habfas recibido la raspadura de mani, pues no compr6 ale- grfa porque me da dolor de muelas; pero si te gusta mis, la buscare. "Hoy te piti al pasar y no saliste, mis luego volvi A pitar, y el que sali6 fue el pe- rrito del barbero, que por poco me muerde. iLlegui a casa lo mis triste! Pues Paco el del dapitin Martinez, que' Vive aquf al lado,