64 CUENTOS Y NARRACIONES ella saludos muy afectuosos, que habian lle- gado d decirse algunas palabras, ella desde el coche y 6l de muy cerca del estribo, y que -seguin todas las apariencias -- no eran de- sagradables 6 la pupila las tiernas solicitu- des del gain. Este conato de idilio di6 desde luego al traste con los nuevos prop6sitos de don Se- gundo, cuya ternura incipiente reaccion6 en 1l con la violencia propia de aqu6l carcdter inculto y bronco. Ya no hubo mas paseos, mds viajes a la ciudad, ni mas expansiones del inimo: la j6ven volvi6 a sufrir todas las tristezas y soledades de su confinamiento an- terior. Adquiri6 entonces la enfermedad de Amalia caracteres mas acentuados y alarman- tes. Sobrevinieron convulsiones, espasmos y hasta sincopes de muy variable duraci6n. En el transcurso de estos accidents lanzaba gritos agudos, se le congestionaba el rostro, movianse sus ojos convulsivamente, crugian sus dientes, se le amorataba la lengua y per- dia por moments la respiraci6n. Despu6s de vencidos estos ataques, quedaba algunas horas en un estado de abatimiento muscular y de somnolencia estert6rea. El insomnio y la hipocondria contribu- yeron mas tarde A empeorar el estado ffsico y-mental de la joven enferma, y poco des- pu4s'apareci6 el delirio intermitente y extd- tico, Durante estos nueyos ataques Amalia