CUENTOS Y NARRACIONES la sensibilidad: sus afectos eran cada dia mis vehementes, aunque de intensidad menos du- radera. Por lo demds, su estado fisico no llamaba much la atenci6n de las personas que la servian. Ning6n dolor agudo la mo- lestaba con insistencia, y s61o sentia de cuan- do en cuando alguin desvanecimiento de la cabeza, flojedad y calambre de corta dura- ci6n en las rodillas, y lijeras opresiones de la garganta, como si una bola subiera desde el est6mago, dificultindole la respiraci6n. Lloraba a veces sin saber por qud, otras ve- ces reia sin motive, y en su semblante se su- cedian tambien con frecuencia el enrojeci- miento y la palidez. Don Segundo mand6 que la visitase el m6dico, y 6ste, en vez de recomendar p6ci- mas y unturas, dispuso que prociraran al- guna distracci6n & la j6ven, que la permitie- sen salir y hacer ejercicios al aire libre; que la dejasen comunicar con amigas y amigos de su edad y condici6n, gente alegre y sana que la alegrase con su jovialidad. -iBonita receta se le ha ocurrido esta vez al diantre del medico!-grul6 don Segundo al enterarse de la prescripci6n facultativa.- Nada menos que un jolgorio permanent, una fiesta de todos los dias: soltar a la mu- chacha en la plaza pdblica 6 traer a la ha- cienda media ciudad. iDigo.... y gente ale- gre nada menos, amiguitas y dun amiguitos joviales por afadidura; diablillos varones