CUENTOS Y NARRACIONES tos del galanteo y todos los requinlorios del amor; pero eran flojos, encanijados y hara- ganes; parecian hechos de alfefiique 6 de pas- taflora, y habia que cojerlos con papelitos. iCanario con los mufiecos de escaparate! Ninguno tenia fuerzas para levantar siquiera dos arrobas pulso. iValiehte arrimo ha- bia de encontrar en ellos una mujer!.. Los otros eran recios, vigorosos, trabajadores, eso si; algunos conocia l1 capaces de conser- var la hacienda de la chica, y de ampararla y defenderla con brio; pero....la verdad, pe- caban por el exceso contrario: eran asperos, poco expresivos y bastante desmafados; no lograrian insinuarse bien en el cnimo de Amalia, ganar su carifo, hacerla dichosa, en fin.... Seria much crueldad darla un ma- rido semejante, ella que era una verdadera sensitiva, como habia dicho el Dr. Aguirre cuando la cur6 del ataque. Pues digo.... iUna muchacha que llora, pierde el conoci- miento y parece que va morirse cada vez que los capataces de la hacienda azotan & al- gin esclavo!....iNo, no! Si no se presenta- ban otras proporciones, mejor era que se quedase libre. Asi seria siempre duefla de su voluntad y de su hacienda, y ninglin in- truso torpe 6 botarate la haria sufrir." Aferrado 6 estas ideas, y revelando cada dia mayor apego 6 la hacienda que 6l dirigia y manejaba como cosa propia, insistia cada