CUENTOS Y NARRACIONES pantado con un tiro de escopeta cargada con p61vora sola, y el sereno de la hacienda tenia orden de repetir el disparo contra el meque- trefe, sazonando entonccs la carga con pe- queflos granos de sal. Y amen de estas y otras medidas andlogas, much celo, much policia, y continue y redoblado espionaje ica- nario! que donde menos se piensa brinca la liebre, y m6s valia prever que remediar." Asi la desventurada j6ven se encontr6 bien pronto en clausura verdadera y peren- ne, con mds centinelas de vista que un reo de muerte en visperas de ejecuci6n. Cuan- do-aburrida de la soledad de la casa-mani- festaba deseos de salir a paseo, un criado fiel, temeroso y obediente d las 6rdenes de don Segundo, la llevaba con alguna de las siervas que la asistian, en uno de esos ca- rruajes de hacienda, fuertes, holgados, som- brios y cubiertos por todas parties: una espe- cie de coche cellular. En el solian conducir- la tambi6n al pueblo, cuando ella lo de- seaba; pero siempre en compaflia y bajo la vigilancia direct de los esclavos, y del pro- pio don Segundo, no tan visible a veces, pe- ro nunca menos asiduo y sagaz. Era aquel un verdadero secuestro, ejercido en nombre de conveniencias mal entendidas, y en su- puestos motives de recato y bien parecer. Y don Segundo continuaba relacionando sus juicios y sus razonamientos sobre la si-