CUENTOS Y NARRACIONES buena; pero de otro no icanario! porque esto no lo ha sudado nadie mas que el padre di- funto....y yo. Asi reflexionaba don Segundo cada vez que le venia d las mientes la idea de que su sobrina pudiera enamorarse, y a fuerza de insistir y de habituar su juicio a la monoto- nia del mismo razonamiento, parecia llegar 6 convencerse de que tenia raz6n. De nuevo se producian con este motive en su perturbada conciencia las amalgamas y componendas en- tre el deber y el provecho, A las cuales pro- pendia naturalmente la complexidad de aquel caricter; y, despu6s de haber formado con- ceptos y planes sobre la base de ese casuis- mo inconsciente, solia llevar sus consecuen- cias hasta los iltimos limits, sinti6ndose co- mo convencido y satisfecho de su honradez. "No negaba, no podia negar el derecho que tenia la j6ven a contraer matrimonio; pero, llegado este caso, 61, nadie mas que 61 debia dirigir 6 su sobrina en la elecci6n de esposo.... Algo se habia dicho ya de un jo- venzuelo atrevido, que habia pasado varias veces por junto 6 la casa de la hacienda, con pretextos ffitiles, y hasta habia querido man- dar despu6s un recado amoroso con la criada de la j6ven; pero ya estaban tomadas las precauciones para que el tal no volviese por alli. A otro que di6 tambi6n en rondar de noche por las cercanias de la casa, cantu- rreando coplitas de amor, ya se le habia es-