48 CUENTOS Y NARRACIONES discurrir sin objeto determinado por aquel erial tristisimo de la muerte. Yo me intern por una de las zonas mas pobres (que tambi6n en el cementerio hay classes por una de esas barriadas de sepul- turas en las que el dolor estaba expresado solamente por medio de alguna pequefa plan- ta, algfin tarjet6n con letras medio destefii- das por la acci6n de la lluvia, 6 algunas cru- ces negras y escumlidas, que parecian surgir de la misma tierra, con los brazos abiertos en demand de caridad. La clase media reposaba mas alli, enca- sillada en el muro con vulgar amaneramiento y simetria. El nicho, el prosdico nicho con su abrumadora uniformidad era en aquella desolada necr6polis la representaci6n del es- tado llano. En las avenidas y alrededor de la capilla estaba el barrio suntuoso de la aris- tocracia, exteriorizado por el mArmol escul- pido y la mamposteria monumental. Recorri tambi6n esta parte del cemente- rio, buscando entire los panteones alguna inscripci6n notable, 6 alguna estatua verda- deramente artistic, y algo hall digno de alabanza en medio de aquel climulo de ange- lotes con cara de memds, de alegorias dema- siado comunes de la Orfandad y de la Muer- te, y otras figures y artefactos propios de la escultura industrial; Entre4os monumentos de mds valor ma- terial y artistic habia llamado especialmen-