CUENTOS Y NARRACIONES estas palabras, que Tribilin esperaba que produjesen en su hermana un movimiento de gratitud y de alegrfa. i Asesino exclam6 indignada la jo- ven, saltando de su lecho y disponi6ndose d salir en auxilio de su ofensor, si adn era tiempo de salvarle.- .En d6nde esti, qu6 has hecho de 61, desgraciado?-Y prorrumpi6 en suspiros y en quejas llenas de inquietud y desesperaci6n. El muchacho, aturdido y lleno de asom- bro, se dej6 caer en el regazo de su madre, 6 la que interrogaba entire sollozos: -Dime, mama, por tu vida, .qu6 es lo que pasa aquif Ella misma me dijo que Men- doza la habia ofendido; ya viste c6mo quiso matarse. Ahora clama, se desgafita y se desvive por el mismo a quien antes maldecfa. i.Entiendes ti esto, madre?.... iExplicame- lo, por Dios, que me estoy volviendo loco. -Cdlmate, hijo--contestaba la madre, acariciandole. No te inquietes tanto ahora por los demds, y cuidate de ti mismo, que bien lo necesitas. Algo se me alcanza de esas contradicciones mujeriles que tanto te asombran en tu hermana ; pero no te las pue- do explicar. Ni tampoco hay tiempo que perder ahora. Dime, qu6 hiciste con Men- doza? Lo zumbe en el foso de arriba. iAve Maria purisima,- dijo la madre santiguindose. Luego afiadi6 cautelosamen-