CUENTOS Y NARRACIONES oia por alli mds que el canto mon6tono de las ranas y los coquis, interrumpido de tiempo en tiempo por el alert de los centi- nelas del Castillo. Por detrds del fuerte de San Jer6nimo, hacia el Este, clareaba un po- co el cielo, anunciando la pr6xima salida de la luna. Tribilin not6 al instant aquel indi- cio; mir6 con inquietud hacia el lado opuesto por donde esperaba a su victim, y dijo para si: Como no venga pronto, me emtbarro. Poco despuds se oyeron pisadas fuertes que se aproximaban, y la pard' silueta del sargento se fu6 destacando hasta llegar cer- ca del escondite de Tribilin. Este se irgui6 cuanto pudo, hizo una fuerte aspiraci6n de aire, y en el moment mismo en que Mendo- za orillaba el foso por aquella parte, le em puj6 con esfuerzo sibito y supremo, en el que hubo de poner en acci6n casi todo su cuerpo. Mendoza vacil6 un instant, lanz6 una interjecci6n viril y cay6 al foso con gran estruendo.... ** Tribilin baj6 casi rodando por una de las laderas del Abanico, y entr6 en la b6veda medio aturdido y jadeante. Se acerc6 luego A la cama de Cristina y le dijo con voz alterada: -Ya te vengu6; puedes rezar por el al- ma de Mendoza. Un terrible grito de angustia contest a