APENDICE Con respect a la lnea de paquetes, bien que se ha observa- do por las cuentas publicadas, ser algo gravoso al Erario, el Con- greso cree que puede permanecer, tomndose las mejores medidas econmicas para balancear sus erogaciones con las entradas que porporciona. El Congress ha extraado infinito que el ex-Presidente Bez hubiera dado un Decreto y precisamente en los moments de de- poner el mando, abrogando las disposiciones de la Ley sobre los invlidos y usurpando la jurisdiccin del Cuerpo Legislativo. Este no dice a Vd. cosa alguna sobre tan vital cuestin, seguro como est de que Vd. Seor Presidente, no invadir jams las institu- ciones patrias. La media gubernativa sobre la colocacin de un faro de hierro en el fuerte de San Jos, que cuesta a la Nacin muy cerca de nueve mil pesos fuertes, no seria una mala disposicin absolu- tamente considerada; pero atendida la situacin de un pueblo nuevo, empeado en una guerra hace diez aos, y en vista de ur- gentes necesidades que el mismo ex-Presidente ha sealado a los Legisladores como apremiantes, el Congreso consider que ha sido una profusin extempornea, y un gasto que la sana razn sujeta- ba a pocas posteriores y ms prsperas. El ex-Presidente se refiere en su Mensaje a la cuenta deta- llada que por el Pacto Fundamental deben dar al Congreso los Secretarios de Estado, y que sirve de element y de apoyo a aquel document; pero este Poder ha tenido ya ocasin de hacer saber a los pueblos que en vano aguard las Memorias, que los Ministros no dieron cuenta alguna de los actos de la pasada Administracin durante el receso de las Cmaras, y que a ello se debi la parali- zacin de sus trabajos peridicos. El ex-Presidente solicita del Congreso que sustituya a las medidas transitorias tomadas por l, otras que tengan un carcter definitive y de estabilidad; mas esta pretensin es tan peligrosa como impossible. No, Seor Presidente; el Congreso no votar ja- ms una ley para la constant elaboracin de papel moneda. No votar sin tregua impuesta sobre el Pueblo, destinados a former una riqueza indigente, para invertirla poco despus en objetos de necesidad tan subalterna, que pueden calificarse de innecesarias. No disolver el Ejrcito en los moments en que esa adoracin por el sistema civil seria un delirio peligroso; no pudiendo exhibir para justificarlo un tratado de paz definitive con Hait, garantizado por las Potencias mediadoras; y cuando busque, por medio de dispo- siciones, la inteligencia exterior para aclimatarla en nuestro suelo, lo har con la parquedad que requieran la poltica y el estado de nuestras rentas. Tales son las razones que imposibilitan al Poder