DOCUMENTS LEGISLATIVOS postreras indicaciones, los pensamientos que, al realizarse, han de guiar infaliblemente la Repblica hacia ese porvenir lisonjero e in- mediato. La fusion de los partidos, reconcilindose en el regazo de la Madre-Pat.ra todos los domrinirnsn que, a pesar de la divergencia de sus opinions, hayan estado identificados con este empeo del pa- triotismo: quebrantar las cadenas con que nos abrum la domina- cin haitiana. Tras esta idea salvadora viene otra de no inferiores resultados: la de insistir en la mediacin de las dos grandes y poderosas nacio- nes que han estado atentas siempre a nuestra conservacin. Pruebas esplendentes nos han dado hasta ahora de la nobleza de sus miras la Francia y la Inglaterra; y no a otras causes que a la eficacia de Fu proteccin, debemos que no haya habido en las fronteras pe- ridica efusin de sangre. En mi anterior Mensaje tuve ocasin de congratularme con la Legislature por la inmensa autoridad que haba depositado el pueblo francs en el ms generoso amigo de nuestra naciente Repblica: el Prncipe Luis Napolen. Hoy, restablecido el Imperio, esa auto- ridad queda en sus manos de una manera permanent, y por ella la Francia tendr en el mundo la elevada influencia a que le dan derechos incontestables su cultural y su poder. Desde el moment en que proclamamos nuestra Independencia, sacudiendo el dominion haitiano, ella tom la iniciativa para procurarnos la paz; al ocu- parse, pues, de la poltica exterior, pondr de una vez trmino a la cuestin que tantos daos ocasiona a los dos pueblos que compar- ten en esta Isla el dominio y la soberana. Las relaciones internacionales en general, bien cultivadas, sern siempre una fuente profusa de beneficios para aquellos pa- ses que, como el nuestro, fundan en las inmigraciones peridicas sus esperanzas de progress. Ellas nos pondrn en actitud de obte- ner los provechos materials de que es susceptible nuestra Patria por la naturaleza de su territorio y su situacin insular; y a ellas seremos deudores de las ventajas en el orden moral, que inmediata- mente se derivan del roce con pueblos civilizados. Cumple a este propsito inculcar la necesidad de ser explci- //tos en la manifestacin de nuestros buenos y sinceros deseos hacia la antigua metrpoli. Espaoles todos por origen o por educacin, con las mismas costumbres, la misma religion, el mismo idioma, ve- remos siempre en los peninsulares a nuestros hermanos y amigos, a los compaeros de las hazaas que en otros tiempos ilustraron estas comarcas, presagiando desde entonces los portentos de que era capaz la raza hispano-americana.