CONGRESS NATIONAL 1852 En mi anterior Mensaje os impuse de la direccin que se ha- ba dado a la mediacin: os manifest entonces que las po- tencias mediadoras haban resuelto intimar a los dos pueblos be- ligerantes la necesidad de suscribir la paz o de consentir en una tregua de diez aos, resueltas a no admitir la discusin de ningn otro medio menos eficaz para poner un trmino a la guerra. Los ltimos acontecimientos de la Francia y las seguridades que dia- riamente nos ofrecen las naciones mediadoras, me permiten asegu- raros ahora que nada debemos temer en lo sucesivo de las pre- tensiones del Imperio haitiano; pero a pesar de tan fundadas esperanzas, no debo dejar de imponer a los Representantes del Pueblo de los sucesos ocurridos en esta parte de mi administra cin, antes de que llegaran las negociaciones al estado satisfac- torio en que se hallan actualmente. Por mi parte reclam en tiempo contra el atentado del 29 de Mayo: contra aquel insulto inaudito entire pueblos cultos, fal- tndose a la fe de una promesa y al respeto debido a las naciones mediadoras; pero sea por las graves atenciones de los gabinetes europeos, o porque se haya aceptado la excusa del agresor, atri- buyendo la invasion al exceso de una soldadesca indisciplinada, ningn resultado hemos obtenido de nuestros reclamos sobre aquel hecho, tan escandaloso en s, como vergonzoso por sus consecuencias para los haitianos. Al cabo de algunos das de la retirada de Juana Mndez se nos propuso la tregua de un ao, estipulada en Puerto Prncipe, entire los agents diplomticos de las potencias mediadoras y las autoridades haitianas. No me era fcil comprender la significa- cin de esta tregua de un ao despus de la intimacin anterior en que se exiga por diez; y no me pareci bien, ignorando que fuera una imposicin, aceptarla sin reserve. Posteriormente se nos dijo de oficio que esta suspension de hostilidades tena por ob- jeto las conferencias que haban de dar por resultado la acepta- cin de una de las dos proposiciones de la mediacin: paz defi- nitiva o tregua de diez aos; y como por otra parte el Seor Cn- sul de Francia ha declarado en nombre de su Gobierno que las dos primeras naciones martimas de la Europa sabran hacer res-