JUAN LUIS MARTIN mente, procedentes del Calabar, (1) ademis de las voces de las germanias criminosas espafiolas y deformadas estas con terminaciones africanas, o a la manera africana, y prefijadas, para seguir el genio del idioma primero y luego para darles el semblante propio de la jerga. Las maneras del castellano se adoptan esquematicamente y en una forma pueril. Forzosamente tuvo que constituirse en una lengua especialisima, sin responder, en esas primeras etapas, a un solo dialecto africano, por la multiplicidad de parlas que se asociaron con los nuevos juegos que se constituian. Fue intencional el rehuir adoptar todas las voces tomadas de una sola lengua, porque asi, en un cuerpo, no habria tenido el ca- rfcter de idioma secret. En Africa, se establecieron primero las maneras arcaicas y casi olvi- dadas, accesibles nada mis que a las castas ob6nicas, manteniendose el tab6 para ciertos sonidos. Existia asimismo, como se advierte todavia, un lenguaje comiin a los hermanos y otro mis amplio, general, para los primos. El primero no lo entendian los grupos rivals; el segundo era entendido por todos. En general, se procuraba hablar con rapidez, sin dejar advertir apenas la separaci6n entire una y otra palabra. Por eso, cuando a los criollos se les pedia que dividieran en palabras las frases que recordaban casi nunca acertaban y dividian conforme a las pausas pros6dicas, o en los puntos en que aparecia algin vocablo espafiol, o que suponian espafiol. En los verbos se usaban cuando no la forma escueta conservada tra- dicionalmente las terminaciones espafiolas y hasta en algunos casos maneras dialectales de Espafia, de modo principal terminos del vocabu- lario de marineria. Los fiifiigos blancos, por su parte, mezclaron a este compuesto ya deformado de la lingua franca, de exiguo vocabulario, frases y voces de las germanias criminosas. Adenms, los mosongos o iyambas pretendian nada menos que hacer career que ellos entendian otra lengua arcaica y que era la que dictaban los oriculos por el procedimiento corriente: tambor, repicador, lengua, o sea, el sonido del tambor telegrifico, el sonido del que man- tenia el ritmo y la atenci6n del oyente por medio de evocaciones sonoras y, finalmente, los sonidos articulados que decian ser la interpretaci6n de un idioma africano y que leian ocultamente en sus breviarios transmi- tidos por comunicaci6n oral. Este lenguaje no era, como se habra enten- dido, el que todos hablaban en la vida profana y com6n. Del conocimiento que poseian de la lingua franca traditional, empleada en los rituales, aprendida de memorial, nos dan buen ejemplo las versions que se con- servan y que palabra a palabra no dicen lo que ellos afirman que dicen. Los parlantes de ese compuesto idiomftico generalmente gesticulaban, con gestos convencionales, referentes siempre a charlas de hechos muy privativos suyos, que, por obvias razones, no podian entender los profanos. En una indagaci6n honda de los vocabularies limitadisimos que em- pleaban, limitaci6n vencida a veces por la glosa de la conventional frase ritual, notamos la presencia de elements de multitud de lenguas bantfes. Por supuesto que al criollo iniciado, hispanoparlante exclusivamente, se t') Calabar viene del holandis "Kalvary", modificado por los africanos en "Kalavary" o "Calabar", segn algunos; pero existen otras posibilidades etimo- 16gicas.