JUAN LUIS MARTIN Todo esto requeriri una investigation mis profunda en los documents coetineos. Sobre los fundamentos reales del fiafiguismo, no sobre lo que fui en 61 instrument, bien por los vaivenes de la political o la evoluci6n social, o por las deformaciones y degeneraci6n que padeci6 fuera de su ambiente native, hallamos que se construye sobre la apreciaci6n propia del polipneumatismo, o multiplicidad de almas, tan corriente entire los pueblos que llamamos primitives, por la etapa cultural en que estin. La vida se mantiene, segin los africanos, merced a un conjunto animico, que determine todos los actos de la existencia vegetativa y de la exis- tencia en colectividad. Mary Kingsley, en sus West African Studies, llama a una de tales almas, bush soul, el alma separable, que puede ir a residir en una criatura silvana; Frazer la llama external soul, o alma externa. Talbot habla del oversoul, que seria Ecue, el alma madre de los fnaiigos. Nuestros fiifiigos, ritualmente, segfn las potencias, reconocian en cada individuos cuatro almas separables, que podian residir en cuatro criaturas silvanas. Eran: el alma insertable en "fiangand6" (cocodrilo sagrado), "tanse" (mbongo, el pez del estanque sagrado de Ekit), "yeveng6" (Njo, el leopardo africano) y "erecumbefiin" (la serpiente sagrada y venenosa, ikule nyamA). Todas estas almas eran transferibles a la seiba o la palma, simbolo de la fratria de la sangre (canimi o fi-knanimi). Esa alma colectiva, deambulante, exterior, que inspira la vida y que subsistiri tras de morir, podia depositarse en la colectividad, en la po- tencia, a trav6s de los sitos iniciativos, en que el individuo, trastornado por las drogas del encandemo o la mucuba, creia morir, para luego ser resucitado, ya invulnerable, casi inmortal, por el compromise de sangre que el obtenia, bajo el resguardo de ese espiritu colectivo que se albergaba en la palmer. La protecci6n se ganaba a cambio de observer rigidamente las 6rdenes del oriculo de la orden. Es claro que no existiendo ni el tanse ni el lleveng6 (Efiyegueye en algunos lugares de Cuba), ni ninguna de las otras potentes criaturas silvanas de Africa, la transmisi6n de los efectos del pacto de sangre no podia efectuarse mis que con el contact o la comunicaci6n de individuos que ya lo habian obtenido y que ficil- mente podian brindar a los "bozales" esclavos el retorno a Africa, acaso con su prole criolla, mediante procedimientos migicos o los mis reales de la insurrecci6n. Los finfiigos estaban convencidos de que esa alma exterior podia sepa- rrase del cuerpo, por acci6n de la comida ritual preparada por el nasac6, verdadero patriarca negro, generalmente africano, y en la que pondrian alguna droga, tal vez la del frijol de Calabar. Esto les producia la muerte ritual y cuando resucitaba, su alma quedaba bien a resguardo del adver- sario, custodiada en la potencia. El simbolo de la uni6n de los hombres estaba en la palma o la seiba, en que se albergaban las almas separables de todos los antepasados. El destino de cada uno de los individuos se confundia con el destino de la totalidad de los afiliados, hijos de una misma madre mistica, la madre logia. Por eso, en los actos del fafii- guismo hallamos todo un ritual de los manes, particularmente en el lamado bast6n o palo mecongo, estaca porta-almas, pneum6fora, o ban- dera de la potencia, como dicen ellos todavia. Con estas creencias, los fiifiigos se presentan como una especie de