JUAN LUIS MARTIN VI LOS CARABALIES, MACUAS Y ARARAS Hay en el interior de Calabar una zona riquisima en restos de una antigua civilizaci6n, tan antigua tal vez como la de Ile Ife, o la del Zambezi, contemporAneamente acaso, o quizas mis vieja, que la egipcia. Los dolmenes de Ogoji, tres veces milenarios, y los indicios de explota- ciones metaliferas del mismo pais, revelan que en un tiempo hubo alli una raza tanto o mis civilizada que sus contemporineas, y como estas, en relaciones con paises muy distantes. Dicese que mantuvieron relaciones con los egipcios, que estos erigieron alli sus colonies, y que de estas Ile- varon al Valle del Nilo, para luego extenderla por el Mediterraneo, la marca de una poderosa cultural. Sea como fuere, lo cierto es que alli estAn los monumentos de la raza perdida, y que en las costumbres, en los ritos religiosos de los pueblos que boy habitan la region, se conservan products sociales id6nticos a los que se manifestaron en las civilizacio- nes egipcia y minoana. Ellis Smith y Frobrenius han contrastado estas semejanzas y legado a la conclusion de que entire Nigricia y el Egipto existieron, en los tiempos mis remotos, relaciones culturales e inter- cambio comercal, muy estrechos. Del mismo modo que las conmociones political ocurridas en el Valle del Nilo muy lejos y tiempos despues arrojaron sobre la costa del Calabar fuertes contingentes hamiticos -que destruyeron el Imperio del Bornu mis arriba, y que los hausas arabizaron -interprenetrando las cultures locales de musulmanismo e impregnandolas de un sentido de cohesion y nacionalidad que anteriormente no tenian- en la ipoca de los cismas religiosos egipcios, debieron de acontecer sucesos semejantes. Africa Occidental, en estas luchas, en la pugna desesperada entire dos re- ligiones y la reform de Amen, di6 su parte a la cultural del mundo. Luego vinieron los Ibo, y estos, arraigados en Ogoja, en Werre, y en Calabar, cambiaron la orientaci6n de las cosas en el pais, sin que ya ni Egipto, estatizado por el musulmanismo, ni los hausas, consolidados en el Norte de Niger, ni las otras razas que descendieron hasta el Lago Tchad, pudieran evitar la caida en el marasmo de aquellos pueblos. Los portugueses hallaron a los Ibo y sus congeneres en la zona de Rio del Rey, en plena lucha por la posesi6n de los deltas de los muchos rios que salen al Golfo guineano. Alli los hall la trata negrega, que los de- rram6 sobre el Continente americano, con la complicidad de aquellos Amakiri y Peble, r6gulos del litoral, que en frecuentes "entradas", des- poblaron el pais, y remitieron a los paises americanos pueblos enteros, que en ellos influyeron con sus costumbres, con sus supersticiones, in- cluso en las jergas. Los ibos y los yorubas mantenian una guerra cons- tante, que favorecia los designios de la trata. Entre los crollos, habia el reciproco desprecio entire descendientes de unos y otros. En efecto, Amakiri, por virtud del Convenio de 1846, sobre sumi- cistro de azicar, pudo enriquecerse con doblones y onzas espafiolas, que vieron en sus cofres los capitanes ingleses encargados de informar al go-