104 COLECa6N HrIT6RICA CUBANA Y AMERICANA tambiin de un fundado respeto a la religion de la mayor parte de la poblai6n cubana, reconocidamente cat61ica". La political de Cespedes, respect a los peninsulares -dice Gue- rra- se ajust6 a lograr la neutralidad en la revoluci6n de los aven- cidados en Cuba, "si era possible sumarse la fuerza por ellos repre- sentada en la mayor amplitud que fuese possible ya que "la guerra no se hacia contra los espafioles individualmente, por el hecho de serlos", sino "contra la dominaci6n de la metr6poli, de manera ex- clusiva". Dibales, pues, garantia para sus bienes y derechos natu- rales y les ofrecia "la oportunidad de cooperar con los cubanos -fuera del campo de las actividades b6licas- en la esfera del go- bierno local y en la labor de administrar los servicios y los interests del procomfn". Dos espaioles liberals -Ignacio Casas Saumell y Jose Rocas Mas- figuraron en el primer Ayuntamiento libre de Bayamo. Y de ese consistorio formaron parte tambien, los ancianos negros Jos6 Mufoz y Manuel Garcia, como ejemplo de que la poblaci6n de color de Cuba goari de las mismas oportunidades que la blanca. El scenario donde se gesta ese movimiento revolucionatio fue la provincia de Oriente, y de ella, de modo especial, la region de Bayamo. La rebeldia innata de los bayameses a toda tirania, rem6ntase a los lejanos tiempos de la conqwsta y colonizad6n espaiolas, en que los indios de aquella region atacaron e hirieron l4 feroz Pinfilo de Narviez, enviado por su jefe y no menos sanguiiaro conquistador, Diego Velizquez, para someterlos. En 1604 demostraton los baya- meses su coraje rescatando, veinticinco de ellos, al obispo Fray Juan de las Cabezas y Altamirano, secuestrado por el pirata Girn, al que dieron muerte. Amantes de la libertad, trabajadores y orgullo- sos, lograron, mediante prospero desenvolvimiento de la agriculture, la industrial y el comerco, una efectiva independencia econ6mica y un alto nivel cultural. El sentimiento de la nacionalidad y la plena conciencia de los derechos civicos, floreci6 en el cerebro y en el coraz6n de los baya- meses, con vigor tal vez igualado, pero no superado por ninguna otra localidad cubana. Natural es, pues, que el choque con los gobenantes espafioles estallara tempranamente, convirtirndose en permanent e irrecond- liable hostilidad contra los abuses, injusticias, atropellos y explota- clones que constitufan la norma political y administrative colonial Y el afio 1851, la invasion de Narciso L6pez, el pronunciamiento de los camagiieyanos, capitaneados por Joaqum de Agiero y Agfiero, y el alzamiento, en Trinidad, de Isidoro Armenteros, repercutieron intensamente en Bayamo, a tal grado, que muchos de sus mis ilustres hijos, como Carlos Manuel de Cespedes y Percho Figueredo, entire otros, se vieron obligados a abandonar a ciudad, estableciendo su