82 COLECCI6N HIST6RICA CUBANA Y AMEICANA Aniloga actitud adoptada por el president Taylor, malogr6 ja nueva expedici6n organizada en la Isla Redonda, de 1849. El fervoroso entusiasmo de Narciso L6pez por lograr la indepen. dencia de Cuba, su fe inquebrantable en tan noble empefio, quedaron anulados pot un error que cometi6: no contar con la previa forna- ci6n de una conciencia cubana favorable a la lucha revolucionaria separatist, creyendo que su l1egada a la Isla con elements b6licos de fuera, bastaba para que el as secundase el movimiento. De no incurrir en tan fatal equivocac6n cuid6 much, afios despu6s, Josi Marti, preocupindose de que sus planes guerreros, elaborados en los Estados Unidos, marchasen acordes con los revolucionarios existen- tes en el interior del pals, de modo que la Revoluci6n gozase de estos dos elementales requisites: preparada a tiempo, estallada a tiempo. * L6pez contaba con inagotables reserves de optimism y energies, y se lanz6 inmediatamente, aun disuelta la Junta y el Consejo revo- luconarios, a preparar otra conspirac6n. Lanz6 una emisi6n de bonos por cuarenta mil pesos, que fue cubierta por cubanos y norteameri- canos; alist6 unos seiscientos hombres de diversas nadonalidades, con altos grades y grandes sueldos, entire los que figuraban muy pocos cubanos, y a bordo del vapor Creole, la barca Georgia Lincumbily y el bergantin Susan Loud, sali6 de Nueva Odeans rumbo a las islas de Cuzumel o Mujeres, para de alli partir hacia Cuba el 13 de mayo, no sin que antes les ocurieran graves peripecas por la falta de aga y las enfermedades, que hicieron desertar a 42 de los expedidonanos. Las autoridades espafiolas, con noticias de la expedia6n, enviaron al caiionero Pizarro, que apres6 los dos barcos de vela y a los de- sertores. El 19 de mayo, el Creole entr6 en la bahia de Cirdenas, desem- barcando en la ciddad los expedicionatios, seg6n detalladamente re- lataremos en otro capitulo, reembarcindose doce horas mis tarde, al comprobar L6pez que no habia sido secundado debidamente pot la poblac6n cabana, y ante la amenaza de an ataque de numerosas fuerzas espafiolas. Tal parece que cada fracaso, lejos de decepionar a L6pez, le daba nuevos arrests para segir luchando pot Cuba Libre. Y continue conspirando. De Cuba recibia mensajes de adhesi6n y aliento para sus empefios independentistas. Acababa de frustrarse la expedic6n del Cleopatra organizada pot Anadeto Bermidez, R. L Arnao y Graciliano Montes de Oca, a consecuencia de la denuncia formulada al capitHn general Concha por el abogado cubano Calixto Jos6 GonzAlez. Amao escap6