DSNDEUAS OPICIaAL Y RIVOLUaDONAaIAS DE CUBA Fija su residencia en la entonces may pr6spera ciudad de Trinidad. Se pone en contact con los prohombres criollos y con ellos no aslo participa en fiestas de todas classes, sino que tambien cambia impre- siones sobre los asuntos del pais y oye sus quejas y anhelos. Ya desde su iltima estancia en Espafia, L6pez habia establecido relaciones estrechas con los elements liberaes, tanto peninsulares como criollos, identificindose con sus ideas y aspraiones. Acusado en el Congreso, el 21 de diciembre de 1838, pot Martinez de la Rosa, a consecuencia de los sucesos ocurridos en Valenca, Lopez contest en un folleto fechado en febrero del afio siguiente, defendiindose de esos ataques y declarando: "-He dado un nuevo testimonio de mi inalterable adhesi6n a los principios e intereses populates, de lo acreedor que me jiug a la confianza de todos los hombres libres y del inestimable or que para mi tienen su consideracin y presigio, no logrando adbhrar ya mi vida ni las tramas de los patidos ni las diatribas de la maldad, ni los sinsabores de la ingratiud ni la injusticia y rigor de las perse- cuciones. Al triunfo de la libertad pospongo today consideracin y miramiento". Como afitma Portell Vila, "era esta ra una profesi6n de fe revo- lucionaria, la misma que en Cuba habah de poner en pratica afios mis tarde". L6pez se va identificando, desde Espafia, con los problems ame- ricanos y toma la resolci6n de ponerse al servicio de la libertad en el Contmente, en abierta rectificai6n de so conduct anterior. En cart -que da Portell Via- de 25 de marzo de 1849, se refiere a este cambio de so vida, provocado potr a tirnica situaci6n que contempla durante so breve estancia en Cuba, y por las corrien- tes de opinion que hasta l llegan a traves de sus nuevos amigos liberals, y dice que acarid6 la idea de redimir esta Isl, para "volver... a mi posci6n de simple americano, y entonces dedicar el rest de mi vida, fisic ymoral, en procurar acab con aquel tan birbro como hip6crit gobieo de la part de ace de los mares, recuperando asi migniad y la de mis paisanos escavizados ain y cargados de m pesadas y goseras cadenas, qe las que me hacian arrastrar a mi, dorndomelas con falsos halagos". La expulsion de los diputados cubanos de las Cortes espanolas en 1836, le produce tal indignadn, que reone a los oficiales criollos del Ejircto de Maria Crstina par que, en seal de protest pot aquilla, que juzga gran injustica, dmitieran en masa sus grades y condecoradones, lo que recuerda en su proclama a los puertorrique- fios de 18 de junio de 1851, en que confiesa que cuando alcanzd los mis altos grados en la milicia y penetr6 "en el coraz6n de la political de su gobiemo y en las intrigas de so corte", adquiri6 "el conocmiento pleno de lo egoista y maquiavelica de una y de lo in-