78 COLECCI6N HIST6BICA CUBANA Y AMERICANA a cubrir un emprestito de doscientos incuenta mil pesos, lo que ripidamente se logro. Dos meses estuvo en La Habana, y en ella bien pronto se capt6 la amistad y admiraci6n de hombres y mujeres, por su don de genes, su marcial empaque, su destreza en las armas y como jinete. Muje- nego, jugador, entrampado, encaj6 muy bien en aquella disoluta so- ciedad habanera de los tiempos de Vives, consentidor, con fines de corrupci6n social, de todos los vicios. En esta breve estancia en La Habana de Narciso L6pe, dice Suzarte: "brillaban como dos estrellas por sus distinguidas figures, el teniente coronel don Ram6n de las Llamosas y el coronel don Narciso L6pez. Jinetes consumados iban a caracolear por las tardes en arrogantes corceles al Paseo, que asi se llamaba entonces a lo que despues se titul6 Alameda de Isabel Seguada... Yo tenia entonces seis anos de edad y recuerdo como si fuera cosa de ayer el entusiasmo con que concurrian las gentes a admirar la habilidad ecuestre de los dos gallardos venezolanos y los elogios que les prodigaban". Hizo corto viaje ofidal a Espafa y de nuevo en Cuba, 1 y s compaiero Llamosas enamoraron a las bellas hijas del islefio Fran- cisco Frias, hermanas del Conde de Pozos Dulces, Dolores y Ana. Esta iltima fui feliz con Llamosas, no asi la primera, a la que Nar- ciso L6pez, mujeriego, jugador y parrandero, hizo sufrir much, te- niCndola casi abandonada y sparandose de ella, definitivamente en 1836. A ahondar mis las discordias entire ambos esposos contribuy6 Jos Antonio Saco que enamorado de Dolores, se convirti6 en ene- migo mortal de Narciso L6pez, a tal grado que en carta a Jos6 Luis Alfonso, de 5 de mayo de 1851, refiriindose a la labor revolucio- naria de aqu6l, le dice: "si supiera que el mar se ha tragado la expe- dici6n con todos los expediaonarios, se seria para mi uno de los dias mLs felices de mi vida", y, despu6s de la muerte de L6pez con- trajo Saco, en Londres, el afio 1856 matimonio con Dolores. Pero volvamos al aio 1826, para encontrar a L6pez ventilando ante la Real Audiencia de Puerto Principe, en nombre de so suegro an enredado pleito. Ante el asombrc y la indignaci6n de los magi- trados, se present en la sala de justiaa vestido con todos sus arreos militares, sable inclusive, y ante la demand de que dejase el sable en la puerta, airadamente se neg6, alegando, que por qu6 habia de quitirselo, "si con l6 podia presentarse ante el Rey". Se dirige a Espana al afo siguiente. Manda un regimiento de la Guardia Real, en el que tiene de teniente al veneolano Jos6 Gu- tirrez de la Concha, anos despus capitin general de Cuba; como Ayudante del general Ger6nimo Valds, toma part en la guerra civil carlista; asciende a Mariscal de Campo; desempeia el cargo de Gobernador de Valencia; hasta que en 1843, al ser nombrado Valdis, gobernador de Cuba, Ileva consigo a su compafiero de armas como Gabernador de Matanzas, primero, y despues de las Cuatro Villas: Trinidad, Remedios, Sanct Spiritus y Santa Clara.