BANDERAS OFIAIaAS Y DVOLUwaONARIAS DE CUBA caci6n de mi conduct y de mis prop6sitos, siempre, seg6n mi cri- terio, en bien del pals a que sirvo". En ella da a conocer como ha cumplido la resoluci6n que tom6 al firmarse la paz y que crey6 un deber: "no moverme, sin un objeto politico determinado, del lugar en donde dispari el 6ltimo tiro y envain6 mi espada, y mientras el ejrcito enemigo no aban- donase por complete la Isla, para no perturbar, quizas con mi pre- sencia, el reposo y la calm necesarios para consolidar a paz, ni molestar, tampoco, a los cubanos con manifestaciones de j6bilo innecesarias". Agrega el Generalisimo que cree pr6ximo a terminarse el period de transci6n con el ejerciao por el Gobierno de los Estados Unidos de la soberania enter de la Isla, "ni libre ni independiente todavia"; situaci6n que, a fin de que termine en el mis breve tiempo possible y sea sustituida por la constitci6n del gobierno propio del pals. a lograrlo deben dedicarse todos inmediatamente, siendo antes precise la disolud6n del Ejdcito Libertador, una vez "que se lleven a feliz t&rmino las negociaciones comenzadas para satisfacer en la media de lo equitativo la deuda que con sus servidores ha contraido el pais". Entonces, todos los que constitulan dicho ejrdcto kiin a formerr en las filas del pueblo". Advertia, pot iltimo, a los cubanos que "mientras todo esto queda resuelto, guardar6 mi situad6n de espera en el punto que crea mis convenient, dispuesto siempre a ayudar a los cubanos a concluir la obra a que he consagrado today mi vida". Desde las primeras horas de la mariana del 1I de enero de 1899, fueron las tropas norteamericanas ocupando las plazas y calls prin- cipales de la cudad de La Habana, y el pueblo madrug6 tambiin para presenciar, sin perder detalles, los actos trascendentales que debian realizarse ese dia, marcado en las piginas de la historic como el dia final de la dominaci6n espaiiola en el Nuevo Mundo. El general Fitzhugh Lee, al frente de la division del 79 Cuerpo, compuesta de 7,500 hombres, se situ6 a todo lo largo de la calzada de San Lizaro, recibiendo a su paso los aplausos y adamaciones del piblico por las simpatias de que gozaba debido a su generosa ac- tuad6n, a favor de los cubanos, durante el tiempo que desempei6 el consulado general de sa pals en La Habana. Como es natural, los lugares de mayor aglomeraci6n popular eran la Plaza de Armas y sus alrededores la Cortina de Valdis y el literal del puerto, pues desde ellos podian presendarse los actos simb6- licos del cambio de gobierno que se iba a efectuar: la sustitud6n de la bandera espaiola por la norteamericana en el Palacio del Go- bierno y en la fortaleza de El Morro. respectivamente. Cuidaban del orden en la Plaza de Anras y las calls de Obispo y O'Reilly tropas norteamericanas del 89 y 10o regimientos regulates, que impedian el trinsito del pfblico por aquellos lugares, desde las 10 de la mafiana.