BANDERAS OPICALES Y REVOLUCIONARIAS DE CUBA En estas palabras de Jos6 Agustin Caballero en el elogio a su me- mona, pronuniado ante la Sociedad Patri6tica el 15 de enero de 1801, esti expresado el mis certero de los juicios qu e s ban escrito sobre su buen gobierno: "osotros no sentirfis movimiento de pi- rronismo, cuando yo os diga, que fueron muy grandes y vivos los deseos y el desvelo del Excmo. Senor Casas pot hacernos felices, y que a este fin practice cuanto estvo en su mano". Grata fu, como se ve, para los cubanos, la initial contempladi en la Casa de Gobierno o Palacio de los Capitanes Generales --que Las Casas inaugur6- y en otros edificios p6blicos y fortalezas, de la bandera gualda y roja. Pero bien pronto, variaria la actitud cubana hacia la ensefia repre- sentativa de la metrpoli, hasta legar a convertirse en el guaramwyo simbolo, odiado y combatido, con la palabra y la plum, primer y continuadamente, y con las annas, despus, de despotismo y eaolota- ci6n, convencidos los hijos de esta tierra, por la palabra admoni- toriamente enjuiciadora del P. Fix Varela, en las piginas vene- rables de El Habaero (1824-25), de que era revoluci6n, y no la evoluci6n, el dnico camino que le! Ilevaria a conistar, con el des- plazamiento de la soberania espafiola, libertad y justcia. Y en 1809-1810 se rebelan contra la bandera gualda y roja y en actitud manifiestamente separatist, Roman de la Luz, Luis F. Ba- sabe, Manuel Ramirez y Joaquin Infante, presentando este 6ltimo, frente a aqu~1la, en su proyecto de Costituci6n una bandera nacio- nal cubana -seg6n veremos mas adelante- con tires franjas hori- zontales: verde, morada y blanca. Marca esa conspiraci6n el inicio de continuados movimientos separti con sus corespodientes emblems que fueron BnOs, con- cebdossolamente, y enarbolados, otros, frente a la bandera roja y gualda, hasta que el 19 de mayo de 1850, vista es arriada de la Cas de Gobiemo de Cirdenas y susttuida pot la enseia creada por Nar- ciso L6pez y pot sus manos izada en dicho sugar. Al frustrarse esa memorable tentativa independentist, continio los cubanos, una y otra vez, organizando movimientos revoluciona- rios que culminaran en la Gran Guerra Libertador de los Treinta Aos (188-98), y el pabell6n gualdo y rojo ya no volverA a me- recer, como en los tiempos dichosos de don Luis de las Casas, e respeto y reconodmiento de los cubanos, sino que han de anatma- tizarlo como en su oda A Espaea lo hizo Pedro Santacilia: "... a la fa esta sombra de t. pe d6. fabitio y sragrieto, e la libertad, ces la laiusria, c l ilustracid6, mere el progress". Y Antonio Maceo, desprectivamente, lo denominnar en sus de- daracones al Director de The Sta, de Nueva York, de 27 de enero de 1896: "El trapo rojo y amarillo de Espana".