BANDERAS OPICIAI.5S Y REVOLUaKONARIAS DB CUBA rinitarios contra pirates y corsarios, muchos de ellos ingleses. Baste iencionar el apresamiento, en 1739, por el sargento mayor teniente e guerra Martin Olivera, de una balndra y una goleta inglesa; y a posterior persecuci6n, por el habanero, avecindado en Trinidad, edro Jos6 Arnenteros y Poveda, de siete barcos ingleses que ame- nazaron atacar la dudad. Entrenados ya, como se ve, en estas lides contra los corsarios y pirates, no es de extraiar que cuando el ataque a La Habana, en 762, de Albemarle y Pocok, el gobernador de Trinidad, Antonio Maria de la Torre, de familiar habanera, ordenase el envio a nuestra Capital de dos compafias mandadas por el comandante de guarda- costas Juan Benito Lujan, que particip6 brillantemente en el asalto a la loma de La Cabfia, nmentras quedaba encargado de la defense de Trinidad el sucesor de Lujin, ya citado, Armenteros Poveda, que levant trincheras en el paso del rio Guaurabo y en la punta de San Pedro. Refiere Marin Villafuerte en sa Historia de Trinidad, 1945 (p. 84), que "tan eficaz preparaci6n di6 como resultado que en 4 de septiembre de 1762 fueran batidos los ingleses al presentarse siete burues de guerra frente al puerto, dejando en poder de los heroics milicianos trinitarios un pequefo cafi6n, que vino a dar origen al escudo de Trinidad conjuntamente con la bandera inglesa que, en 21 de julio de 1797, tambien fuf arrebatada a buques ingleses al atacar esta plaza". Envalentonados con su gran triunfo sobre los ingleses, los ediles trinitarios rechazaron la intimaci6n que en 27 de septiembe de 1762 dirigi6 al Ayuntamiento el conde de Albemarle, dede La Habana, para que se sometieran a la dominaci6n britinica, manifestindole que "la capitulaci6n de esa plaza no incluye la de sta... y la guerra en que estamos nos obliga como fieles vasallos de S. M. Cat6lica defendemos hasta perder el ultimo extremo de vida, esto executa- remos si V. pretendiese atacarnos, lo que le participamos como co- misarios del expresado Ayuntamiento". Y asi lo cumplieron los trinitarios. El teniente reformado Pablo Borrell, al cumplir una misi6n que se le confi6 para el aunilio de La Habana, "se enfrent6 -dice Marin Villafuerte (p. 85)- con un corsario inglis, apresando el buque enemigo, quemindolo y echando la gente a Manzanillo". Deja constancia el citado historiador, de que en las ruins del fuerte de San Pedro, que defendia la ciudad, entire los caiones que aun aparecen alli, uno de ellos (p. 89) "tiene en so parte anterior y en bajo relieve una corona Real inglesa y una inscripc6n que dice George Rex, lo que hace suponer que es un trofeo de guerra y que fue una de las piezas de artilleria quitadas a los ingleses". Y se laments de que "permanezca en una playa abandonada, como aban- donado tambiin anda por los rincones de la Casa Consistorial, el caioncto arrebatado a los ingleses en 1762".