LA ORATORIA EN CUBA Coloso, el sentimiento que debe palpitar en el coraz6n de todos los cubanos que desfilan frente al obelisco de Cacahual, no debe ser el sentimiento negative del dolor, porque el dolor apoca el espiritu y mata las iniciativas. Frente a la tumba del h6roe, el pensamiento que hormiguea en mi cerebro y debe ser el pen- samiento de esta Camara y, mis aun, el pensamiento de todos los gobernantes, es el de la responsabilidad hist6riea que gravita sobre esta generaci6n, nacida demasiado tarde para dar a la guerra su aporte de sangre y demasiado temprano tal vez para dar a la paz el aporte de virtud y buen juicio necesarios para la consolidaci6n y el engrandecimiento de la Patria. Un joven ilustre, destaeada figure de esta Cimara, el doc- tor German Wolter del Rio, en ocasi6n id6ntica a la de hoy y desde esta misma alta tribune, se preguntaba en el curso de su admirable oraci6n, si los cubanos eran dignos de la obra de Maceo, y el sano optimism del orador, tras dudas punzantes y agobiantes vacilaciones daba una respuesta afirmativa, por mis que las circunstancias todas del moment conducian mejor a una negaci6n rotunda. El orador de esta noche se formula la misma pregunta, pero ni la duda lo muerde, ni el temor lo asalta al responder afirma- tivamente. La Repiblica cubana en estos iltimos meses ha dado un cambio de frente cabal, un salto milagroso del abismo y el caos a la luz y el orden. President de la Republica, a ti va mi palabra. No tiene color de partidarismo politico, ni es lisonja palaciega para re- galar tus oidos. Mereces hasta aqui los mejores elogios, y los procedimientos de tu Gobierno parecen iluminados por la ruta de Monte Christi. Ni te envanezcas por los primeros 6xitos, porque lo hecho no es todo lo hacedero, ni desmayes en el em- peflo. Riges los destines de un pueblo que practice en los pro- blemas piblicos el pensaniento de Enrique IV y sigue a su President por la blancura de su penache, un pueblo d6cil para lo bueno y para lo malo, que se da al desenfreno euando el ejem- plo le viene de lo alto, pero que practice las mis nobles virtu- des cuando el ejemplo le viene tambi6n de lo alto. Desoye al enemigo interesado y al politico enando confun- dan su propio interns con los supremos intereses de la Patria;