LA ORATORIA EN CUBA axplicaci6n de luchas para que borre las dudas y temores que se le ocurren" y despubs agrega: "Ulsted no sabe que yo no entiendo la patria hecha pedazos y dividida en caciques terri- toriales? Siento tristaza cada vez que pienso que Cuba pueda pasar por eso y de ahi que me alegre cada vez que veo que en mi Cuba se levantan hombres dignos que se esfuerzan en ahogar esa semilla en su germen. No contaba usted con mi patriotis- mo? Si tal cosa ha pensado usted, lo siento, pues tanto peor si no ha recordado, de que hasta hoy no tengo lunar que empafie mi vida piiblica. Ante todo he sido hombre de honor y patriot. Mi palabra empefiada con Cuba, en eumplimiento de un deber, no me ha guiado por mala senda; las ambiciones personales no las he conocido todavia, por el contrario, las he calificado de deshonrosas."' Y terminal con estas palabras: "Desengifiese, General, soy paquefio ante usted y no me hago ilusiones, por mas que usted me vea respetar todas las opinions. Mis aspiraciones son otras mis grandes y mas nobles que las de un ruin pensador; no naci para intrigas ni para socavar a otro, me creo capaz de continuar haciendo esfuerzos por la Patria, qua me hagan acreedor a la estimaci6n general, sin recurrir a medios deshonrosos." Y es lo cierto, sefiores Representantes, que Antonio Maceo fu6 el mis puro admirador del genio military de Maximo G6mez, al punto que a raiz del Zanj6n y de la protest de Baraguk, cuando injustamente se acusaba a G6mez de ser responsible del Pacto, Maceo se vuelve airado contra los acusadores y les dice: "que G6mez no era responsible del Zanj6n, que era bravo entire los bravos, su maestro y su jefe, a cuyas 6rdenes se ponia". Y luego, iniciada la guerra del noventa y cinco y proelamado en principio Maceo General en Jefe de la Revoluci6n, legan MAximo G6m.ez y Marti, y Maceo acata sin protest la jefatura supreme del inolvidable dominicano. Mas aun, en medio de la guerra le describe al propio Generalisimo para decirle "que ape- nas toque con la primera dificultad, cortara con el mando que tenia para ofrecerselo a otro Jefe, aun euando 61 tuviera que dedicarse a deshacer entuertos". Y en carta a Mayia Rodriguez le dice: "si yo hubiera venido a la Revoluci6n a servir a los hombres, habria abandonado la idea de prestarle ayuda". Mejor que mis palabras, sefiores Representantes, las propias 391