388 EVOLUCI6N DE LA CULTURAL CUBANA hace alto, le hago fuego! Maceo abre los brazos, avanza y cla- vando aquella su mirada magnetica en Limbano le dice con energico acento: "Haz fuego cobarde... que vas a matar a un hombre". El Le6n Holguinero, bravo hasta la temeridad, que no se hubiera detenido ante las tropas espafolas, no puede resistir la mirada de Maceo, vacila y al grito de 6ste ordenfndole que de- pusiera el arma, el brazo cae rendido y el General lo abraza y en su propio campamento lo desarma y arrest. La Revoluci6n estaba herida de muerte. Las querellas entire los Jefes habian cundido y surge en tierra camagiieyana el Pacto del Zanj6n. Maeco habia de escribir la pAgina mAs bri- Ilante de su vida. Frente al pacto del Zanj6n produce la pro- testa de Baraguf, y el an6nimo arriero de los tiempos preteritos recibe en campo abierto la visit diplomhtica del general de los Ejercitos Espaiioles don Arsenio Martinez Campos. Alguien le insinfa la conveniencia de aprovechar la ocasi6n y asesinar al General enemigo, y Maceo en carta Flor Crombet eseribe estas palabras, que dan la media de la nobleza de su alma: "el hom- bre que expone el pecho a las balas y que puede ir al campo de batalla a matar a su contrario, no apela a la traici6n y a la infamia asesinhndolo, y que aquellos que quisiesen proceder mal contra este senior, tendrian que pisotear mi cadAver: no quiero libertad si unida a ella va la deshonra". La zalameria de Martinez Campos no doblega la firmeza de convicciones del Coloso, y tras la entrevista de Baragun, la gesta heroic que iniciara en la Demajagna Carlos Manuel de C~spedes, no tendrA otro adalid que Maceo, el heroe de quien pudo decir con raz6n el poeta y pintor Menocal: "Resuelto de antemano a dar la vida "Se precipita cual fulmineo lampo "Para lIevar a cabo la embestida. "Y en medio de la p6lvora que estalla "Por todas parties del revuelto campo "Su sello impera. iEl solo es la batalla! Los patriots eubanos agotados per el esfuerzo no tenian el Animo dispuesto para continuar la guerra. IEn la hoguera de la revoluci6n apenas si ardia alguna ceniza. Exhaustos, pues,