EVOLUCI6N DE LA CULTuBA CuBAwA la native, aquella que habia bebido en el extranjero y en los libros las ideas de progress en los diversos 6rdenes de la vida; ese conjunto social que da la nota mis alta de civilizaci6n en todos y en cada uno de los pueblos, por lo mismo que en 61 se adunan las mis brillantes condiciones del pensar y el sentir; ese nficleo de almas escogidas, forjadas para el dolor en el yunque del estoicismo y templadas para el combat en la fra- gua de la heroicidad, se lanz6, aunque consciente de su obra y de sus fines, como tromba arrolladora, para arrasar las ve- tustas instituciones coloniales, arraigadas en el santo suelo de la patria, mAs por la fuerza del terror y ]a tirania, que por el curso incesante de los siglos, y despleg6 a los aires, ante el mundo at6nito y consternado por la bravura y el sacrificio de los cubanos, la bandera de la estrella y las barras, en cuyos colors estan simbolizadas las earacteristicas de este pueblo: la noble pasi6n y la sincera generosidad. Pero fu6 en vano entonces aquel esfuerzo colosal; de nada valieron para el buen 6xito inmediato que perseguian los li- bertadores del 68, su voluntad gigantesca, su energia cicl6pea: aun mis fuego-i todo el fuego del averno, henchido en el pe- cho de la totalidad de los cubanos!--se necesitaba para derre- tir la cadena que tenia aherrojada, como a Prometeo, en la ci- ma del Chucaso, a la pobre Cuba en la cima de la ignominiosa political, mientras el buitre del fisco colonial le devoraba las entrafas. iAh!, pero comenz6 a faltar el fuego-el fuego material, pues que el moral fundia ya los corazones todos en un solo sentimiento paroxismal de patriotism; comenz6 a faltar el fuego en la iniensa pira de la revoluci6n redentora, en donde, con mayor fe que la de los adeptos de Calvino en fecha hist6- rico-religiosa, lanzaron su cuantioso patrimon'o las antiguas families del pais, y comenz6 tambien a faltar la ignea claridad del cielo, que iluminaba la senda de la libertad, y comenza- ron las sombras, y con ellas la disparidad de criterio de los ilustres jefes revolucionarios, y con la disparidad de criteria hubo de acercarse, iy lleg6 al fin!, el triste Pacto del Zanj6n. No s6 por qu6 se me antoja que en tales mementos se sin- ti6 Cuba mAs que nunca desgarrada en sus entrafias y que su dolor profundo, sin igual, dantesco, s61o supo recogerlo, en la sublimidad de su trascendencia, el h6roe por antomasia, el in- victo Antonio Maceo, que, como un le6n herido, cual nuevo