LA ORATORIA EN CUBA 16gicamente, pueda encontrar macula o motivo de eensura en la actitud que adopto ni en la conduct que he de seguir. Y, hecha esta digresi6n, voy a entrar en el fondo de la cuesti6n, y a discurrir sobre la totalidad del problema, en la media que mis pobres recursos intelectuales me lo permitan. Ningun espiritu modern, sefiores Representantes, puede ser partidario del militarismo, porque el militarism ha sido en todas las 6pocas la fuente turbia de los mayores males, an- tro donde se fraguaron las mis tremendas tiranias, fragua donde se fundieron las firreas cadenas para aherrojar a la concieneia humana. Nadie, absolutamente nadie, puede ser en la 6poca que corremos-simpatizador ni amante de un mili- tarismo que no queremos establecer, en esta tierra, que condena- mos y abominamos en su organizaci6n mis tremenda y en sus resultados mis espantosos; tipica, exclusive creaci6n de la Pru- sia de los Hohenzollern. Pero al decidirnos por la implantaci6n del principio del Servicio Militar Obligatorio no es que aspiremos a militari- zar al pueblo cubano, sino que nos proponemos l1enar una im- periosa necesidad de los tiempos que corren, obedecer a una realidad circundante, proveer a la preparaci6n necesaria de la defense national, poniendonos en condiciones de poder cum- plir con todo nuestro deber en las posibles emergeneias del future, como naci6n aliada a las que luchan contra la barba- rie y agresiones eriminales de los teutones. No por mi voluntad exclusive, no por mis ideas personales; ro por un movimiento espontaneo de mi alma, sino por un proeeso de 16gica mental, y por la observaci6n de la realidad en que viven todos los pueblos del orbe civilizado en la hora ac- tual, es que veo, con firme convicci6n, puesta por encima de toda conveniencia del moment, la inexcusable necesidad y ur- gencia en que se encuentra la Repiblica de ir preparando to- das sus fuerzas viriles, y organizando contingentes de cubanos capaces de defender la integridad del territorio national y le- vantar el prestigio de nuestro estado soberano y libre. Por circunstancias tales y por realidades tan dolorosas, es que me he decidido a favor de la implantaci6n de la media, porque no se concibe que ante la agresi6n brutal, contra todos los pueblos, contra todos los derechos, contra todas las insti- tuciones ereadas por el progress de los espiritus, tramada, pre- parada y levada friamente al terreno de los heehos por el