EVOLUCI6N DE LA CULTURAL CUBANA Sefor Cortina:-Exactamente, fueron mis felices que nos- otros, porque miraron directamente las leyes de la viaa. Como decia, sefiores, al traves de la historic, ese fantasma de la indisolubilidad del matrimonio, ese concept intolerante con la debilidad humana, no result absolute ni muy antiguo. La humanidad ha vivido muchos siglos sin que lo hubiera usa- do. Es un injerto de las religiones teocriticas, traido y desli- zado en las legislaciones de los pueblos cristianos modernos; es un residue ideol6gico de las medioevales legislaciones religio- sas, deslizado en la ley civil actual. Nosotros estamos enfrente de un concept mistico e in- comprensible. Y la ciencia y la raz6n estin de nuestra parte para atacarlo. Vean ustedes, sefiores, que, una vez hechas estas declara- ciones, se nota que el doctor Lanuza y yo no estamos demasia- do separados en la discusi6n, aunque nuestras conclusions sean diferentes. El doctor Lanuza es cierto que no trat6 el aspect religioso, pero yo he tenido necesidad de considerarlo, para quitarle la mascara de precepto civil al concept de la indisolubilidad. El doctor Lanuza, procediendo con 16gica, y sobre todo con habilidad, para separarse del lado d6bil de su tesis, fij6 claramente sus prop6sitos de rebatir el divorcio desde su pun- to de vista civil y laico, y ya en Bl, s6lo puede acudirse al as- pecto religioso como element hist6rico de comprobaci6n. El entr6 en el campo de la sociologia y analiz6 el matrimonio de uua manera concrete, en su car'cter de manifestaci6n primaria de la vida de la familiar. Yo tengo que declarar que, oyin- dolo, me ha venido a la mente el recuerdo de un simil de un insigne orador y escritor cubano, quien, haciendo un juicio critic de la oratoria de cierto tribune, decia que este domi- naba de tal manera su palabra, que, al despefiar en admirables pArrafos su elocuencia, podia detenerla a cada moment, con la misma dificil facilidad con que una bola de marfil que corrie- ra por un plano inclinado pudiera, en cualquier moment, pa- rarse sin esfuerzo y a voluntad de ella misma. Yo, al ver la poderosa inteligencia del senior Lanuza razonando en este asunto, observaba que su 16gica lo Ilevaba a las mismas con- clusiones que a mi y que, no obstante, 61 se detenia en el pla- no inclinado de su propia fuerza mental, antes de decir las ultimas palabras, que debian unificar su criterio con el mio.