LA ORATORIA EN CUBA tra funci6n como cuerpo legislative, que demos un ejemplo de alta tolerancia y de respeto a las ideas ajenas, dado que la li- bertad se condiciona y define por el respeto concordante con las libertades e ideas de los adversaries, cualesquiera que 6stos sean, cualesquiera que sean los defects que tengan; pero al mismo tiempo, debemos declarar que estamos decididos a ha- cer que se respeten, por estos adversaries, nuestros derechos a adoptar libremente una legislaci6n en armonia con las con- clusiones modernas del derecho y a impedir y a rechazar, por absurd e infundada, toda pretension y toda influencia que tiendan a coartar el libre ejercicio de los poderes del Estado. Que continfen los sacerdotes y los cat6licos su propaganda en el campo moral, que es realmente en el que deben ejercitarla; que continfien sus predicaciones eoncordantes con los dogmas de su religion. En ese prop6sito de fomentar la resistencia a los males sociales, ellos por su camino y nosotros por el nues- tro, podemos legar a un mismo fin de moralidad colectiva y de energies sentimentales poderosas. Que continfien ellos sosteniendo la spiritual ficci6n de la realidad, que dice que un matrimonio no se ha disuelto aunque la esposa sea enemiga del esposo o el esposo enemigo de la esposa, aunque entire los dos exista la repulsi6n y la odiosa ofensa; que sigan ellos man- teniendo, sobre ese abismo moral, el arco iris de una institu- ei6n de indisolubilidad; que la defiendan en el orden espiri- tual; pero que no pretendan nunca sostenr esa idea, no por billa menos impracticable, en el campo de la 16gica y de lob intereses legitimos, que es el campo del derecho civil. Sobre todo, sefiores, deben quedar perfeetamente deslin- dadas las esferas de acci6n entire nosotros y la religion. Las iglesias deben cefirse, para desplegar sus actividades, a un or- den estrictamente religioso; pero atacan al Estado y pertur- ban nuestra organizaci6n political cuando, para defender sus creencias, atentan a la libertad ajena y pretenden menospre- ciar a los poderes pfblicos. Las religiones, en cuanto pueden representar una fuerza, un element de inducci6n moral, una creadora de resistencia contra el mal en la conciencia individual, no son censurables ni deben ser obstaculizadas. No debe el clero cat6lico produ- cir agitaci6n en el orden politico, porque en ese caso, lejos de hacer un bien a su causa,, la perjudica. Ahora, centre nosotros, la Iglesia Cat6lica, en lugar de presentarse en la palestra de