LA ORATORIA EN CUBA antigua, punto que conviene sefalar a los que hablan de una excesiva juventud de nuestro organismo social; yo me sentia satisfeeho al ver la en6rgica opinion pfiblica que se ha exte- riorizado con motivo de esta important cuesti6n. Soy de los que miran con simpatia a todos los que hayan expresado su opinion con motivo del divorcio, cualesquiera que sean las ideas que hayan emitido. No me importa que unos lo hayan hecho por sugesti6n, los otros por cierto automftico misticis- mo, algunos por sus studios, otros por ese miedo que se tiene a las cosas nuevas; miedo que siempre ha sido un obstaculo, en el mundo moral, para toda reform trascendental impuesta por la experiencia y por la l6gica, y much mis cuando esta re- forma afecta al matrimonio, que viene a ser una de las cum- bres espirituales de los sentimientos del hombre, en cuanto constituya y refleje mis profundamente los impulses hereda- dos, la educaci6n y los ocultos mandates de la Naturaleza, que quiere perpetuar la especie. No me preocupan los m6viles que hayan producido esas dos grades corrientes de opinion que hoy agitan al pais. El he- cho es que lega hasta nosotros la influeneia de la opinion pi- blica y debemos por ello valorarla, sin analizar demasiado sus causes. El legislator debe tender siempre al ambiente mo- ral de su 6poca y considerar la opinion pdblica como una fuer- za sintetizada de la conciencia social. Yo soy, adems--y en esto me separo de mis mis radica- les amigos en este asunto-, de los que no ven el movimiento del clero cat6lico con antagonismo ni con hostilidad. Me ha parecido, desde mi punto de vista de legislator y de politico, esa agitaci6n de ideas religiosas producidas por el clero, el re- flejo de una fuerza social de resistencia. extraordinaria; una fuerza social de concentraci6n que, cuando no se inmiscuye en el orden civil, es buena, porque es una fuerza moral. Sefior Ferrara:-Pero en este caso se ha inmiscuido en el orden civil, y por lo tanto es perturbadora. Senior Cortina:-El hecho de que pueda ser ocasionalmen- te perturbadora no impide que las fuerzas que desarrollaz los sentimientos religiosos tengan el valor que yo les reconoz- eo en las sociedades, y esto es lo inico a que yo me referia. Yo he visto esa actuaci6n religiosa sin acritud; la he visto con tolerancia, y por eso me ereo con mis derecho, si cabe, que los que la, miran con hostilidad, para decir a los cl6ri-