LA ORATORIA EN CUBA cuela; los amigos han oido el hecho como pasa con los nifos, que parecen que no oyen y todo lo oyen; han oldo en su hogar la eritica de la madre del compafiero, han visto que aquella sefiora no ha sido recibida en la casa de ellos. Su alma infan- til advierte el desprecio y se contagia y lo extiende al compaie- ro, que ya es un desventurado; que ya es un desgraciado, al cual esta primera hostilidad endurece el alma y pervierte la mente. Imaginaos a nifos en easo de separaci6n de bienes y de cuerpo; ellos no son hijos de un matrimonio normal, son pro- ducto de un acontecimiento normal; la sociedad ha condenado a la madre; tolera al padre. Si son varones, pasan compadeci- dos; si son hembras, la crueldad las estigmatiza. En todos los casos son objeto de despreeio porque no estin a la altu- ra moral de sus compafieros y amigos. Pero, en cambio, si una ley de divorcio viene a former conciencia en el pueblo, conciencia en todos los eiudadanos; si viene a ser algo que, die- tado por el legislador, queda en el inimo de todos, no s6lo precepto en el orden social, jah! aquellas j6venes almas des- graciadas pueden seguir su misi6n en la vida, continuar su carrera sin la animadversi6n de los que le rodean, dejando de ser victims de la humana necesidad. Ya no representan el tipo normal; el caso de ellos es social, reconocido por la ley, so- metido a las disposiciones legislativas que, con su ejercicio, Ile- gan a ser, como decia antes, coneiencia del pueblo, voluntad de los propios ciudadanos. Esta grave cuesti6n, a la cual se acude mis para enterne- cer que para razonar, se resuelve a la luz de una amplia dis- cusi6n, en sentido contrario del que, peripatetico en la forma, es cruel en el fondo. El hijo de un matrimonio mal avenido encuentra en el hogar todo un mundo de engafios, de inju- rias, de desprecios, de odios comprimidos, de rencores desbor- dados, de falsias; y en su pequefia vida social, desprecio y burla que lo pondrAn siempre en segunda fila; que lo agobiarin todo el tiempo amoldando asi sobre esta dura realidad su exis- tencia, ya triste existencia. Mis, por otra parte, me sea licito decir que no comprendo la oposici6n al divorcio hecha a nombre de los hijos,. en un pais en que hay separaci6n de cuerpos. En esta hay, en cuanto a los hijos, lo que se screen males del divoreio, s;n las ventajas del mismo. Hay separaci6n de un possible hogar honrado, le vantado sobre los escombros del anterior; un concubinato, una