290 EvoLuCI6N DE LA CULTURE CUBANA Si con imparcialidad de criterio igualmente separados de los fines extremes que persiguen las escuelas radicales, nos co- locamos en un just medio que nos permit distinguir y apre- eiar los distintos horizontes que se presentan a la vida de la familiar y a la vida social, con la aceptaci6n o no aceptaci6n de las conclusions que formulamos en cuanto se refiere a la di- soluei6n del vinculo matrimonial quebrantado por el vicio, en sus mis intimas manifestaciones, nos veremos obligados a confesar, vencidos, vencidos por las lecciones dolorosas de la vida social, que es preferible, moralmente hablando, que los hi- jos intenten averiguar las causes que dieron lugar a la separa- ci6n de sus padres, antes de que vayan desarrollindose lenta- mente en una atm6sfera malsana, reeibiendo a todas horas los mefiticos vapores del vicio, formando sus sentimientos en un medio ambient caldeado por corrupciones... En el primer caso, su conciencia se rebelaria contra el deli- to, y aprenderia a maldecirlo. En el segundo, se haria indife- rente al delito y en 61 incurriria. Por eso nosotros pedimos el divorcio, mas que en defense de los derechos de los c6nyuges, mas que en defense del dere- cho de los particulares, en defense de los derechos de los hi- joS... Ellos, los hijos, han de ser y deben ser los primeros a quie- nes se defienda y los primeros beneficiados... Dibamos con Mantegazza: "El divorcio debe escribirse cuanto antes en nuestras leyes: lo reclaman los esposos felices para asegurar su dignidad ofendida por un vinculo tirano; lo imploran de rodillas los infelices a quienes la desventura o la culpa condenaron a la mayor de todas las torturas humans: a la de una eselavitud sin reducci6n, un yugo sin reposo, un castigo sin bilsamo, un dolor sin esperanza". Si con tranquilidad, si con calma estudiamos la situaci6n de estos inocentes product de un matrimonio mal avenido; si les seguimos dentro de la separaci6n de bienes y cuerpos, y aun mis, dentro del divoreio por rompimiento del vinculo ve- rsmos claramente c6mo esta ley los beneficiaria. Imaginaos a estos hijos, no ya dentro de la familiar, sino en la primer so- ciedad que ellos tienen, en la escuela. La madre o el padre son gente perdida; el uno o la otra violan los prineipios mis fundamentals de la vida social, y estos nifios, de los cuales, por ejemplo, se conozca el adulterio de la madre, van a la es-