LA ORATORIA EN CUBA impone a los dos esposos como una condici6n de la cual no pueden eximirse. "La ley se present en medio de los contra- yentes, los sorprende en el entusiasmo de la juventud, y en aque- llos moments que abren todas las puertas de la felicidad les dice: "Os unis con esperanza de ser felices, pero yo os declare que entrAis en una prisi6n cuya puerta se tapiari luego que es- t6is dentro, y sera inexorable a los gritos de vuestro dolor; aun- que os batais con las cadenas, nunca permitir6 que se os quiten". Creer en la perfecei6n del objeto amado, career en la eter- Snidad de la pasi6n que se siente y que se inspira, son unas ilu- siones que pueden perdonarse a dos j6venes en la eeguedad del amor; pero unos viejos jurisconsultos (y esto no es el caso), unos legisladores encanecidos por los afios no son arrastrados por estas quimeras; y si creyeran en la eternidad de las pasio- nes, para qu6 prohibir un poder de que nunca se querria ha- cer uso? Pero no; ellos han visto la inconstancia, han previs- to los odios, han previsto que al mis violent amor podia suee- aer la mis violent antipatia, todo lo han previsto, y a pesar de todo esto ban pronunciado con toda la indiferencia la perpe- tuidad de este voto, aun cuando el sentimiento que lo dict6 ha- ya sido enteramente borrado por el sentimiento contrario. Si hubiera una ley que no permitiera tomar un asociado, un tutor, un mayordomo, un compafiero, sino con la condici6n de no se- pararse jams de 61, iqu6 demencia! Un marido es al mismo tiempo un asociado, un tutor, un mayordomo, un compafiero y much mis; y sin embargo, en la mayor parte de los paises ci- vilizados los maridos son perpetuos. Vivir bajo la autoridad perpetua de un hombre que se detes- ta, es ya una esclavitud; pero estar forzada a recibir sus cari- cias es una desgracia demasiado grande para haber sido tolera- da en la esclavitud misma". Limitado asi el ideal matrimonial, manifestando lo que el divorcio es, se ve facilmente que no puede hablarse de amor li- bre; que seria completamente err6no hacerlo y que estamos muy lejos de ello. El doctor Lanuza citaba el ejemplo de Naquet, que habia publicado en el 67 6 en el 68 un libro sobre el amor libre y que habia presentado en la Cimara de Diputados fran- cesa, hasta el afio 84, en que triunf6, varias veces un proyecto de ley de divorcio. Yo le interrumpi al doctor Lanuza haci4n- dole notar que Naquet habia manifestado que no reconocia aquel hijo precedentemente salido de su mentalidad; pero que