LA ORATORIA EN CUBA nes. Con la acusaci6n de atentado y detenci6n illegal, igual- mente mantenida contra aquellos Oficiales del Ej6rcito ocu- rri6 lo mismo. En aquella noche fueron reducidos a prisi6n cl Gobernador, el Alcalde y otras autoridades y por esos he- chos fueron acusados como autores de los delitos de atentA- do y detenci6n illegal. Todas esas aeusaciones hicieron ele- var la pena de los militaries sublevados a varias condenas de muerte y numerosos afios de prisi6n, estimandose la comi- si6n de esos delitos comunes sin conexi6n alguna con el otro delito de Rebeli6n, que era el inico por el cual, podian aque- llos hombres ser juzgados y sentenciados. El Consejo le Guerra, que es un Tribunal de hechos, que ejerce funciones propias de un Jurado, fall de acuerdo con la petici6n fiscal. Yo me esfored, sefiores Representantes, en demostrar a aquel Tribunal que eso no podia, ni debia ocurrir: que el re- T olucionario, el sublevado, que al calor de un ideal, se lanza a la lucha y hace armas contra un gobierno constituido, sal- vo en casos excepcionales y en relaci6n con hechos aislados, acude licitamente a cuantos medios la violencia y el desor- cen ponen a su paso, para aprovecharlos y conseguir con ellos el triunfo de su causa. El que en el combat y frente a frente, mata o here a su adversario que esta en la line de fuego, no es responsible del delito de homicidio, ni del de lesiones, aisladamente considerados, porque tales actos son consecuencia natural de la posici6n asumida contra los que en aquel moment representan el principio de autoridad y los defensores del mismo. Es un estado de violencia general, en el que la determinaci6n de la responsabilidad individual es impossible fijarla. La exaltaci6n de las pasiones hasta un grado mAximo; el choque de los partidarios de una idea con los sectarios de otras; el mismo fragor de la lucha cuerpo a cuerpo; el ruido excitante de la fusileria, enardece a los hom- bres hasta la locura y es entonces, en ese instant, cuando el delito politico surge para comprender dentro de l1 y bajo una denominaci6n comin, todos los hechos que en otra opor- tunidad, aquellos hombres serian ineapaces de cometer, pero si los cometiesen, habrian de recibir la calificaci6n legal a cada uno de ellos correspondiente. C6mo negar, por ejem- plo, que el hecho de detener a un Gobernador, a un Alcalde, cue son los representantes director de la autoridad, es un acto propio, natural y hasta 16gico e inevitable del revolucio-