LA ORATOBIA EN CUBA 4oo repentinamente sobre ella una esponja: la mancha desapare- ceria totalmente y el marmol volveria a quedar blanco, pu- ro, reluciente. Esa es la amnistia; asi queda el alma colec- tiva de un pueblo, despuBs de las agitaciones intensas de un dia de revoluci6n. Pero despues de todo, sefiores Repre- sentantes, ya dije antes, que no me importaba en estos mo- mentos, el problema de la responsabilidad civil. En definiti- va, si la indemnizaci6n de dafios y perjuicios, se exceptuara de los beneficios de esta ley de gracia, en su dia y en el caso en que nuestros Tribunales de Justicia la declarasen exigi- ble, habria la ventaja, no despreciable por cierto, de que con- juntamente con las indemnizaeiones que pudieran exigirse a los revolucionarios habria tambien aquellas otras que ten- drian que pagar los que a nombre del gobierno constituido y utilizando las armas y los recursos de cste, cometieron series numerosa de depredaciones, robos y violencias, en los terri- torios de Oriente, Camagiey y las Villas. Vamos a hablar ahora de los militares. SPor qu6 se niega la ilustrada representaci6n en esta CA- mara del partido Conservador, a comprender en los benefi- cios de la Ley de amnistia, a quellos individuos que perte- neciendo al Ej6rcito Nacional se alzaron en armas contra el Gobierno constituido, tomando parte en una revoluci6n de caricter eminentemente politico He leido en la brillante Ponencia del senior Freyre de An- drade y en distintos articulos de la prensa conservadora, asi como he escuchado de labios de algunos sefiores Repre- scntantes de igual filiaci6n, que el motivo inico, fundamen- tal, de esa negative, es la necesidad de mantener, por enci- ma de todo, el respeto y el acatamiento a los principios de la several discipline military. Esa tesis, expuesta en terminos absolutes, no puede de- jar de merecerme una absolute conformidad. Tampoco quie- ro yo y tampoco quiere el Partido Liberal que la sagrada discipline del Ejrcito se violent ni quebrante en lo mAs mi- nimo, y alli donde sea necesario mantener en toda su pure- za ese principio, estaremos siempre dispuestos los liberals a secundar los prop6sitos del Partido Conservador. Pero, se- flores, es necesario, en esta hora solemne en que por raz6n de nuestro ministerio de legisladores, vamos a resolver un problema tan delicado como el que nos oeupa, hablar el