218 EVOLUCI6N DE LA CULTURAL CUBANA conseguir otra cosa que enajenarme amigos y concitar odios contra mi; iy porque ain me quedan fuerzas y vengo un dia a realizar, a mi juicio al menos, una de las obras mis patri6- tica's que le cabe a un legislator, se me pone en la frente el estigma de traidor a mi patria, de asesino de la Repfblica! Era le finico que me faltaba en esta senda de sacrificios que vengo recorriendo. Es que de aqui en adelante mi humil- de frente ostentari ese marehamo ante la historic, y me per- seguiri su nota en mi corta o larga vida, haci6ndome despre- ciable para mis conciudadanos, mientras los que han vulnera- do, no ya los principios y las doctrinas del Partido Conserva- dor, las reglas de conduct moral mas elementales, aquellos que violan a diario la Constituci6n y todas las demas leyes, los dilapidadores del Tesoro pfblico, los sobornadores de concien- cias, aparecerAn que, lejos de envenenar a la Repiblica, por el contrario, le dan auge, le dan prestigio, le dan riquezas, toda clase de prosperidades y bienandanzas? &Y a pesar de tener privada a mAs de la mitad de la poblaci6n escolar del pan de la instrucei6n, sin siquiera ocurrirseles mandarnos un men- saje recomenddndonos medidas apropiadas para remediar ese mal, y tan abandonado el fomento del pais en los demas 6rde- nes, que nos llevan a la cumbre del progress y laboran por ha- cernos el pueblo mejor de la tierra? Si asi se va a escribir al- gun dia nuestra historic, habria que convenir en que la verdad y la justicia es eierto que han huido de esta parte del mundo. Imp6rtame poeo, sin embargo, todo eso, sefiores senadores. Persuadido de que la labor que estoy realizando es la finica que en cada caso mi deber me dicta, 6 c6mo he de tomar otro camino? Tendr6, pues, que continuarla, cualesquiera que sean los nuevos abrojos que en ella me encuentre, seguro de que al fin nuestro pais, a despecho de los que se dedican a ha- cer frases, como la antes expresada, ha de recibir alguna ven- taija de mi obra. Esa esperanza me alienta. Y pensando que se realice, na- da me preocupa el cargo con que mi pobre nombre se quiere hacer pasar a la historic. Para consuelo ya me veo alli bien acompafiado, aunque siendo mis humildes mis condiciones. Tambien sobre Don Tomas Estrada Palma, aquel gran vir- tuoso, se ha lanzado el estigma de traidor a su patria. Sin embargo, por su administraci6n intachable, todos los dias, pro- pios y extrafios, lo estan echando de menos. Suponiendo que