EVOLUCI6N DE LA CULTJRA CUBANA tar recelos y suspicacias entire los mismos liberals, y hacien- doles caer en la cuenta de los perjuicios que pueda irrogarles, se decidan a volver sobre su acuerdo. Permaneciendo en la Presidencia de la Repfiblica el gene- ral Menocal durante todo este period electoral, en que ha de ser uno de los candidates a la misma alta magistratura, por muy correct que sea su conduct, por much que se ajuste a la ley, no podra evitar estas dos cosas: una, que los entu- siastas defensores de su candidatura, sus incondicionales ami- gos muestren lo que llaman los franceses trop de zele, se exce- dan en el ejercicio de las funeiones que les esten encomendadas, los que algunas ejerzan, o en la realizaci6n de sus actos de ad- hesi6n y empefio por sacar de nuevo triunfante su candidatu- ra de las urnas. Y esa conduct de sus subalternos, de sus amigos, de sus simpatizadores, excedi6ndose en el ejercieio de sus facultades, traspasando los limits de la conveniencia y de la discreci6n, Ano serian considerados por los adversaries co- mo inspirados pot 19? Qu6 podra hacer para impedir esta apreciaci6n tan natural? Nada, pues se vera moralmente im- posibilitado, la mayor parte de las veces, de desalutorizados, porque en medio de toda lueha, tratar de templar la fogosidad de los propios, cuando se tiene enfrente un contender cuyos partidarios atacan perennemente con entusiasmo y ardor, es exponerse a restarse adictos sin que en el campo contrario por ello se conquiste a nadie. De ahi que haya que tolerar hasta lo indecible, como lo hizo el desgraciado don Tombs Estrada Palma, siendo semejante debilidad la principal causa de su perdici6n y del gran peligro a que expuso al pais con su re- elecci6n. Y lo otro que puede pasar, o mejor dicho, que pasari con toda seguridad, es que todos los actos de violeneia que se rea- licen por iniciativas particulares en los distintos lugares de la Repiblica para defense de los derechos de cada candidate, aisladamente, tambi6n se han de tomar por los adversaries co- mo inspirados en las altas esferas. Ocurre, por ejemplo, un homicidio vulgar, pero la victim result liberal; pues se supone en seguida que fu6 un conser- vador apafiado por el Gobierno el que lo mandara matar porque era un cacique o un agent electoral temible. Eso es muyhumano y muy propio de estos periods turbulentos de las elecciones. Basta que uno lo diga. El mismo autor pue-