LA ORATORIA EN CUBA o menos de oportunidad que en nuestra tierra, en que se han modificado nuestras disposiciones del C6digo Penal en nom- bre de otra cosa que para beneficiary a los reos de determi- nados delitos, es muy just que la mayoria de la edad penal sean los diez y ocho afos y no los veintitres. Digo esto porque qui6n no sabe que en relaci6n con los delitos contra la honestidad, como los delitos de rapto y es- tupro, eran los veintitres afios en el C6digo Penal Espafol y aho- ra han quedado reducidos por nosotros a los veinte afios? Asi se puede decir de todos aquellos easos en los que en nuestro pais se ha tenido en cuenta el problema de la edad; pero es que hay taihbien otras consideraeiones racionales: que se han empleado con much eserupulosidad en Italia, en ese C6digo italiano que supone la mayoria de edad penal, la mayoria de e lad civil, y en el que la mayoria de la edad civil suple siem- pre deficiencies en los negoeios, ciertos detalles en los intere- ses de la vida del hombre; pero la mayoria de edad supone respect al delito consideraciones de otro orden; y es racio- nal que la mayoria de la edad penal fije en edad menor aque- Ul. en que se fija la mayoria de la edad civil; por eso no con- sidero en realidad que respect a los menores haya sido per- judicialmente critic nuestro C6digo Penal. Con respect a las mujeres poco hay que deeir: el C6digo nuestro ya les con- cede un benefieio declarando que nunca se le impongan pe- nas de cadenas ni de presidio; que cuando cometan un delito que es eastigado a los hombres con estas penas, se les im- ponga la pena de prisi6n; ne quiere que a ellas, por raz6n de su sexo, se las someta a los trabajos rudos, se las someta a loa trabajos penosos que ', cadena lleva consigo, como no quiere que a esta elase de trabajos se someta a los mayores de sesenta afios de edad. Por lo demis, concederle al sexo co- mo atenuaci6n total no tiene sentido, a mi juicio, sefiores representantes. Se ha observado que la mujer delinque menos que el hom- bre; habida consideraci6n dtl nfniero de la poblaci6n mascu- lina y de la femenina en diferentes pueblos, el nimero de los hombres delineuentes represent un tanto por ciento much mayor que el de las mujeres tambi6n delincuentes. Esto es una verdad que todos conocemos; pero ese nimero pequefio de mujeres delineuentes compete generalmente delitos mis ho- rrorosos que los que pueden realizar los hombres; los que co-