EVOLUCION DE LA CULTURAL CUBANA mente, se piense mal, fu6 una horda de hombres de proter. vos instintos. Yo no voy a discutir, sefiores representantes, porque esti muy lejos de mi prop6sito y porque estimo que este no es un debate politico, la equiparaci6n que hizo el senior repre- sentante que impugnara; el voto, entire el Ej6rcito Liberta- dor y el Ejercito Constitucional; lejos de mi esti entrar en este regateo, que seria inadecuado en el moment en que nos encontramos, que reproduciria esas cuestiones que nos divi- dieron hasta ayer mismo y en las que he dicho que no debe- mos pensar mas; cerremos los ojos; s6lo asi podremos vivir en el porvenir una vida; tranquila y pr6spera. Ahora se dice que si yo hubiera considerado aquello qun se decia, en relaci6n con mi actitud entire esos individuos, com- parada con la aetitud favorable del senior Garcia Kohly en aquello que se refiere a la parte de su argumentaei6n en que se hablaba de los graves motives que tuvo ese Ej6rcito Cons- titucional para tomar las armas, yo diria que si los hubie- ra concebido perteneciendo a aquella agrupaci6n political, la hu- biera abandonado much mis temprano, hubiera dejado de per- tenecer a ella si la revuelta que pas6 como pensara mi querido compafiero de la Camara estuviera justificada. Mi querido compafiero me hara la justicia de recorder que en 1906, antes que me marehara a la America del Sur, en los iltimos escalones de la Audiencia le dije que despues de lo que aqui habia sucedido, habiendo una porei6n de cubanos que se estimaban mas piadosos del agua y del fuego que otros, si no se procedia con tacto en las cosas, ello daria mal resul- tado; que si queriamos estar todos en la Apoca de Espafia, si no se procedia con una cordura exquisite, las cosas esta- rian malas; y cuando a los tres dias despubs de mi regreso a esta tierra me encontraba con 61 precisamente en la propia Audieneia en la que 1l llevaba la representaci6n de una parte y yo de la otra, me pregunt6: ino le sorprende a usted lo que aqui ha ocurrido? Y le dije: no me sorprende; lo que me sorprende es que usted me lo pregunte. Por eso no es possible que hablemos mAs. Para mi, los unos estAn en la misma situaci6n que los otros. Por todos los delitos que se cometieron durante el period de 1906 se diot6 una amnis- tia por el Seeretario de la Guerra de los Estados Unidos; comprendo, sefiores, que os inspire simpatia tal cantidad de