LA ORATORIA EN CUBA ayudarlo en los moments de prueba y de peligro; pero se me ocurre que los individuos que a este Ejercito pertene- cieron, que fueron objeto, ya como individuos de ese mismo Ej4reito Libertador o como delincuentes comunes, de otras amnistias, si en tiempos posteriores han venido a delinquir, no merecen de nosotros una ternura especial. Cuba respec- to a ellos, no result, en mi sentir, deudora, sino mfs bien acreedora. Y en esto que voy a decir ahora no indico ideas mias: repito lo que me dijera un amigo con motivo de cierto informed official. Se trataba de un muchacho que a los doce afios se incorpor6 al Ejrrcito Libertador y estuvo con 41 to- da la campafia; sufri6 despues diversas condenas por delitos, y despues de entrado en afios, cometi6 un homicidio. Cuando se reoomend6 su indulto, se trataba de redimirle por haber pertenecido al Ejereito Libertador, y el funcionario fiscal, que habia pertenecido a ese Ejercito, dijo estas palabras que brindo a la consideraci6n de la Cimara: "En la revoluci6n se redimieron muchos hombres que habian pecado anterior- mente; en esa revoluci6n se cre6 una atm6sfera que permi- tia levantarse y dignificaise a los que anteriormente habian sido verdaderos bandidos; habia, por tanto, en ella, algo de regenerador en lo valiente; en lo saigriento siempre hay al- go malo; el que perteneciendo a ese EjBrcito no sac6 de la revoluci6n un mejoramiento, sino un desprecio a la vida aje- na, y nada mis que lo que ella tenia de sangrienta y de cruel, result mis temible para la sociedad que el que no pa- s6 por alli nunca". Y en' tal concept consignaba que como quiera que yo intentase en igualdad de otras condiciones y en actitud me- diana para un servicio piblico, una preferencia en favor de los que lucharon en redimir a la patria de sus cadenas, yo aplaudiria la preferencia, pero que no concebia la preferen- cia ante el crime cometido, sobre todo cometido conscien- temente, despues de haber pasado por aquella revoluci6n; que no concebia la preferencia en favor del hombre que, ha- biendo vestido aquel uniform respetalble y sagrado, vive pos- teriormente una vida indigna del uniform mismo, manehin- dolo, dando lugar a que los individuos de dicho Ejercito lo sefialen con el dedo. Hay que evitar que se pueda pensar que aquella legion, que debia ser respectable paras todos y que no queremos que de ella, ni en su conjunto ni remota-