EVOLUCI6N DE LA CULTURAL CUBANA de entonces es que, apartandose del tono general-en lo que much se acerca a Marti-, no hablaba s6lo para el moment y de los intereses inmediatos, sino que revelaba la trascendencia de una visualizaci6n idealista y generosa del mafiana. Cuando volvi6 a Cuba emancipada, entendi6 que su mi- si6n no habia terminado con la lucha de la fuerza, sino que tenia que enfrentar la mas dificil: la de organizaci6n y edu- caci6n, y ocup6 la tribune electoral. Su oratoria de mitin o asamblea, cualesquiera que fueran los atributos ocasionales de sus discursos, nunca dej6 de envolver una doctrine, de inspi- rarse en un alto espiritu patri6tico. Desde la tribune de Ateneos y Academias vaci6 a raudales los tesoros de su mentalidad, abarcando temas de arte y litera- tura con la precision de quien no eultivase otra discipline. En la Camara de Representantes, ni se le oy6 ni se le vi6 jams al servicio de intereses personales, y aun los intereses de su partido mismo los secund6 desde una altura moral, pa- tri6tica y doctrinaria, para cuyo mantenimiento necesit6 apli- car y aplic6 toda la consistencia de su palabra, toda la clae ridad de sus ideas, toda la fortalezaj de sus concepts y toda la comprensibilidad de su dieci6n. En la eAtedra fu6, desde luego, un maestro universitario y un expositor y comentarista; pero aun en ella su oratoria se salia de los caminos ordinarios por el atractivo de la expo- sici6n y el erudito saber. En el foro se le veia sometido a la earga del formalismo; pero aun asi se revelaba el jurista ilustrado que decoraba los estrechos moldes del estrado forense con los reeursos de su ora- toria, siempre autorizada y siempre convincente. iSingulares acoplamientos de la existencia! GonzAlez La- nuza, que era un sacerdote de la moral y la gravedad, un hombre doctrinario como un te6logo, rigido como un puri- tano, cultiv6 la agudeza, y el gracejo prendia en sus diseur- sos, igual en la plaza que en el estrado, lo mismo en la ca- mara legislative que en la majestad del aula. Puede decirse que GonzAlez Lanuza nunca busc6 la figu- ra ret6rica para sus discursos; si en ellos la habia, era una emisi6n espontinea de algo que ya estaba figurado y con- figurado en su mentalidad: 6l no la componia ex profeso. Y hablaba seductoramente.