LA ORATORIA EN CUBA Italia y en Londres y Glasgow; esta, una de las ciudades mejor administradas del mundo, le debe gran parte de sus obras pu- blicas. Por el medio propuesto, el jugador no pierde nunca sus puestas; cede s61o en favor de los nfmueros afortunados los in- tereses que pudieran corresponderle por su dinero. Los obre- ros encuentran, por este sistema, la manera de acumular algo de sus salaries, y de ello pueden echar mano en eualquier mo- mento de enfermedad o de penuria. Los bancos pueden faci- litar prestamos sobre los billetes que tienen un valor real ga- rantizado por el Estado, y que pueden alcanzar uno much ma- yor por el azar. El Estado, en cambio, toma a pr6stamo, para la pronta in- versi6n en obras de utilidad general, cantidades alzadas y las toma a la par, con m6dico interns y con un period largo de amortizaci6n, que puede prolongar, a voluntad, por nuevas emi- siones, en sustituei6n de las canceladas por los sorteos. To- ma las cantidades a media que va haciendo las inversiones, y logra, ademAs, multiples beneficios indirectos y secundarios por la forma en que hace las emisiones. Los premios no son excesivos, pero la experiencia demues- tra que el estimulo se hace general en el pfiblico, pagindose con primas voluntarias y crecidas las parties no canceladas de las emisiones. Las leyes francesas, muy several contra el juego, ni aun permiten que esta clase de valores se coticen en la Bolsa de Paris. S61o se autoriza la cotizaci6n cuando la perdida de los intereses no es absolute; esto es, cuando el que ha pres- tado el dinero recibe algo mis de lo que entreg6. He planteado el problema en todas sus lines generals, y voy a terminar. Con la Loteria vamos a revivir la fuente de ingresos mis inmoral y mis pesada para el contribuyente. Me dirijo a todos los Representantes en general, pero de modo muy particular a los elements j6venes de esta Camara; a ellos esta encomendado el porvenir inmediato de nuestro pais, y sobre ellos recaera la mayor parte de la responsabilidad. Tengan en cuen- ta que Cuba esta en grave peligro y que su salvaci6n debe fun- darse en un Gobierno eulto, libre y honrado, y en el desenvolvi- miento de un pueblo laborioso y pr6spero. Esto no puede con- seguirse con disposiciones legales que relajen las costumbres, desorganicen el trabajo y aumenten el pauperismo colectivo. Cuando se ve en un pais, como se ve en el nuestro, en la pro-